En las reflexiones anteriores hemos hablado sobre el dinero, el trabajo, la limosna y ciertamente la pobreza. En el capítulo XIV de la Rnb (Regla no bulada), cuando Francisco escribe sobre cómo los hermanos deben ir por el mundo[1], inicia diciendo: “Cuando los hermanos van por el mundo, nada lleven para el camino, ni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón…” (Rnb XIV,1).

Es interesante que el Pobre de Asís nos vuelve a recordar que debemos ir por el mundo como hermanos[2], y no como extraños o rivales y mucho menos como enemigos; inmediatamente luego, cita los evangelios de Lucas y Mateo[3]; podríamos navegar en la superficialidad y pensar que sólo es un llamado a la pobreza y la desapropiación, pero san Francisco no es una persona superficial, sino profunda y mística. El no llevar nada, además de ser un llamado a llevar una vida simple, es un llamado a dar un salto de confianza: un salto de fe.
La frase: nada lleven para el caminoni bolsa, ni alforja, ni pan, ni pecunia, ni bastón… implica el abandono completo a la voluntad de Dios; con esto, el Pobre de Asís, nos recuerda, 800 años después, que la única seguridad será Él. Muchas veces nuestros servicios, nuestra pastoral, nuestras misiones y hasta nuestra propia vocación, pueden correr el peligro de ser pensadas solamente desde nuestras propias fuerzas o, en el peor de los casos, pensar que seremos mejores religiosos y que nuestra misión será mejor si alcanzamos ciertos servicios (como el de párroco, guardián, formador, entre otros), o si conseguimos algún título o mucho dinero.
Cuando el espíritu evangélico deja de ser el centro de nuestra confianza y pensamos ser “los salvadores del mundo” se generan en nuestras fraternidades problemas que van desde los más ridículos -por ejemplo: ¿A quién pertenece el automóvil? ¿Al párroco o al ecónomo? ¿Acaso no elegimos vivir “sin nada propio”? -, hasta llegar a problemas mucho más graves -como la búsqueda de poder y el dinero, el prestigio y la vanagloria-, a tal punto de llevar la fraternidad a una ruptura dolorosa-. Escribe el Santo:

No debemos ser sabios y prudentes según la carne, sino que, por el contrario, debemos ser sencillos, humildes y puros… Nunca debemos desear estar por encima de los otros, sino que, por el contrario, debemos ser siervos y estar sujetos a toda humana criatura por Dios (1 Pe 2,13)[4].

Podríamos preguntarnos: ¿Qué estamos buscando? ¿Cuáles son nuestras motivaciones y seguridades a la hora de vivir nuestra vocación o de afrontar la misión o cualquier servicio dentro de la fraternidad?

Hasta la próxima reflexión, mi querido lector.

Fray Elio J. ROJAS


[1] Cf. Rnb XIV.
[2] Aconsejamos leer: Carta Encíclica del Santo Padre Francisco, Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social.  
[3] Cf. Lc 9,3; 10,4; Mt 10,10.
[4] Cf. 2CtaF 45-47.