Del 31 de agosto de 2025, domingo por la noche, al 5 de septiembre, viernes por la tarde, los Hermanos de la Custodia de Oriente y Tierra Santa – procedentes del Líbano y de Turquía – se reunieron en el Convento de Nuestra Señora del Pozo (Couvent Notre Dame du Puits) en Bkennaya, Líbano, acogidos con gran fraternidad por las Hermanas Franciscanas de la Cruz del Líbano, para vivir juntos los ejercicios espirituales anuales.

El predicador, Fray Matteo GHISINI OFMCap, guió la semana con un itinerario de meditación y de confrontación personal y comunitaria, desarrollado en torno a una pregunta tan sencilla como decisiva: “¿Quién eres Tú y quién soy yo?”. Esta invocación, que san Francisco repetía ante el Señor, fue el hilo conductor de las reflexiones, invitando a cada Hermano a redescubrir el rostro de Dios y su propia identidad como consagrado y como Hermano.
Fray Matteo subrayó que el discipulado no nace de un proyecto humano, sino de un encuentro con la Palabra que interpela y transforma. La vida espiritual, de hecho, es un camino que exige purificar continuamente las imágenes que nos hemos formado de Dios y de nosotros mismos. El Evangelio revela a un Dios que sorprende, que actúa con fuerza de formas inesperadas y que alcanza a cada uno incluso en momentos de sequedad o de lejanía. Las meditaciones tocaron profundamente a los participantes, poniendo de relieve cómo el Reino de Dios crece de manera oculta pero eficaz, cómo la Palabra posee una fuerza capaz de alcanzar a todos y a todo, y cómo la fe no elimina el miedo sino que lo transfigura, según las palabras de Jesús: “¿Por qué tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?” (Mc 4,40). También se reflexionó sobre el fruto que da quien se confía a Dios con amor, como recuerda la parábola de los talentos (Mt 25,14-30), y sobre la importancia de custodiar la memoria del camino personal para reconocer cómo y cuándo Dios comenzó su obra en nuestra vida y discernir los signos de su diario obrar.
Estos días se vivieron en un clima de silencio, escucha y fraternidad, que permitió a los Hermanos de la Custodia redescubrir la belleza de la vida común y la fuerza de la oración compartida. Cada uno tuvo la oportunidad de releer su camino a la luz de la Palabra, reforzar el “sí” pronunciado en la vocación y abrirse con esperanza y confianza al futuro. Momentos de meditación personal se alternaron con celebraciones litúrgicas y encuentros fraternos, favoreciendo un renovado sentido de comunión y de misión.
Agradecidos al Señor por esta experiencia de gracia, los Hermanos renovaron su compromiso de vivir y testimoniar el Evangelio en el espíritu de san Francisco, al servicio de la Iglesia y de los hermanos en los lugares donde están llamados a servir.

Fray Marian-Emanuel VĂTĂMĂNELU, Secretario custodial.