Recuerdos de Mats’kivtsi.
Uno de los hermanos de la comunidad de Mats’kivtsi, localidad situada dentro de los límites de la ciudad de Chmel’nyc’kyj, participa en un curso para clérigos que se imparte en el seminario mayor de Horodok, en la Diócesis de Kam”janec’-Podil’skkyj. El objetivo de la formación es preparar a los sacerdotes para prestar asistencia profesional a las víctimas de la guerra y a los veteranos.
El movimiento de capellanes comenzó desde el primer día de la guerra, es decir, en la primavera de 2014, cuando los primeros sacerdotes, junto con voluntarios, decidieron viajar al este de Ucrania. Esta actividad inicialmente espontánea, centrada en ayudar a la población de la zona de guerra y ocasionalmente a los soldados en la zona de operaciones militares, se convirtió en una acción organizada bajo el patrocinio del episcopado ucraniano y recibió la aprobación de las autoridades estatales.
Estos valientes clérigos iniciaron el movimiento de capellanes. Durante varios años, el Ministerio trabajó en la elaboración de una ley sobre la capellanía militar. En el proceso de redacción de la ley, se consultó a representantes de diversas religiones de Ucrania, así como a expertos militares de otros países, en particular de Estados Unidos y Canadá. La ley entró en vigor durante la guerra, el 1 de julio de 2022.
Gracias a estos sacerdotes que, como voluntarios, acudieron regularmente al frente durante ocho años, visitaron a los soldados en las unidades militares, les administraron los sacramentos y hablaron con los que regresaban del frente, hoy es posible hablar de ministerio de capellanía en las fuerzas armadas ucranianas. Demostrando valor y dedicación, a menudo arriesgando sus vidas, se ganaron el respeto y la confianza de los soldados.
Ahora, tras un año de guerra a gran escala, la situación ha cambiado hasta tal punto que no es el sacerdote el que busca a los soldados, sino que a menudo son los soldados los que buscan al sacerdote para invitarle a servir como capellán en su unidad militar.
¿Cuál es mi historia?
Nací en Lituania, pasé mi infancia en Rusia y mi juventud en Ucrania. Crecí en una familia de militares. Mis padres trabajaban profesionalmente en el ejército. La mayoría de mis conocidos sirvieron o sirven en las fuerzas armadas ucranianas. Desde el comienzo de la guerra, mantuve el contacto con ellos, y a menudo venían a visitarme al convento cuando volvían del servicio militar para hablar, confesarse y participar en la liturgia. A raíz de estos encuentros, surgió en mí el deseo de implicarme más en el ministerio con los militares. Por eso, el pasado septiembre de 2022, tras recibir el permiso de mi superior religioso, me inscribí en un curso de preparación para el ministerio de capellanía en el ejército. Además, me familiaricé con la literatura disponible sobre el tema. Especialmente importantes para mí fueron las conversaciones con capellanes muy experimentados que ya están sirviendo en primera línea.
El ministerio del capellán castrense puede dividirse en tres partes: en primer lugar, la asistencia a los soldados durante el servicio militar y las operaciones militares en primera línea; en segundo lugar, la asistencia a los soldados heridos en hospitales y hospicios; y en tercer lugar, la asistencia a las familias de los soldados y civiles afectados por la guerra.
Gracias a voluntarios y personas de buena voluntad, así como al apoyo de nuestros hermanos en diversos Conventos de todo el mundo, tenemos la oportunidad de prestar ayuda a los que luchan y a los que sufren a consecuencia de la guerra. Se trata principalmente de ayuda alimentaria. Entregamos a los soldados sacos de dormir, colchonetas, ropa e incluso material médico.
En el Convento, los niños pintan cuadros y hacen redes de camuflaje, mientras los padres preparan las llamadas barritas energéticas y algunas velas. Son cosas pequeñas, pero para los soldados son un regalo muy valioso, porque les hacen saber que alguien se acuerda de ellos, que alguien les apoya y reza por ellos.
Para mí, lo más importante del ministerio es la oración, el Sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía. Es difícil de explicar, pero los defensores del país sienten nuestra oración como nadie, y la necesitan. Por eso, todos los días, en nuestro Santuario de Nuestra Señora de Fátima, rezamos en la Misa y recitamos el Rosario por los soldados que combaten en el Este, por los voluntarios, por los trabajadores civiles y por todos los que protegen y cuidan del funcionamiento del país.
Ya hay muchos capellanes trabajando en las fuerzas armadas ucranianas, pero aún se necesitan más de 100 voluntarios. Los enfermos y heridos de los hospitales de todo el país también esperan capellanes.
Nuestro más sincero agradecimiento a todos los que rezan por la paz en Ucrania y ayudan de diversas maneras, a todos los hermanos y personas de buena voluntad.
A través de nuestro Convento se ha enviado ayuda humanitaria a los territorios y hospitales del este. Alimentos: 9 toneladas; material médico: 2,5 toneladas; productos químicos: 4 toneladas; material técnico: 1,5 toneladas; colchones, sacos de dormir, mantas, almohadas, ropa de cama: 3 toneladas; ropa, calzado: 7 toneladas.
Fray Artur SPODAR.