Está ya demasiado gastado, pero resulta muy útil en estos días, el pensamiento de F. DOSTOYEVSKI: “la belleza salvará al mundo”. Para San Francisco de Asís, es la belleza de la creación donde todo -desde la más endeble hierbita hasta el astro más brillante- se convierte en alabanza al Dios altísimo, en su “Cántico de las creaturas”.

Los días de coronavirus, después de haberse burlado de nuestras agendas y de tantas otras seguridades nuestras, nos han obligado a permanecer en casa, para nosotros frailes #quedémonosenelconvento (para alguno, probablemente sea una ocasión para estar en verdad).
En mi caso, estos días han sido útiles para explorar y descubrir el Convento en el que poco tiempo he habitado, a causa de la continua itinerancia como Asistente general FIMP (Federazione Intermediterranea Ministri Provinciali). En primer lugar, todo esto me ha servido para conocer mejor tanto a los hermanos como a los espacios físicos del Convento. Es así que me he topado con el pasillo de las orquídeas de Fray Armando, dispuestas en grupos de pequeñas macetas colocadas sobre viejas mesitas, cada una ante su propia ventana para saciarse de luz. Pasa un día, luego otro en que las vigilo, hasta que inicio a tomar fotos a las graciosas orquídeas bajo el cuidado de Fray Armando, mientras gozo de su encantadora belleza apenas estrenada.
Fray Armando MIAZZON, nacido en el año 1933 en Schio – Vicenza y perteneciente a la Provincia Italiana de San Antonio de Padua (Norte de Italia), se encuentra en nuestro Convento de los Santos XII Apóstoles en Roma desde el 1973. No sé desde cuándo sepa cuidar orquídeas, plantas y flores en general, pero mantiene con ellas el mismo gentil y atento trato que cuando realiza el servicio de portero, desde hace ya mucho tiempo y todavía hoy, en la Curia general ubicada en Piazza Santi Apostoli 51. Fray Armando conoce el nombre de cada orquídea, el lugar que prefiere cada una, brindando a cada una la posibilidad de resplandecer con sus propios colores.
Nuestro hermano es alto y delgado, de andar solemne; asemeja –mutatis mutandis- al Buen pastor que conoce bien a sus ovejas y ellas, reconociendo su voz y sintiéndose muy bien queridas, lo siguen (este último verbo, tratándose de orquídeas, debemos entenderlo en sentido figurado). Y le muestran su agradecimiento donando su encanto a los ojos y al corazón. La fraternidad que pasa por ese pasillo, mejor dicho, aquellos que ponen atención y no pasan distraídamente, agradecen por tan delicado y gratuito ofrecimiento de gracia, verdadero aprovisionamiento de belleza.
Así es, se trata de darnos cuenta de quiénes somos realmente, ahora que el tiempo de coronavirus nos pone en contacto con nosotros mismos (con nuestros miedos y recursos de supervivencia psicológica, con nuestra fe y con ciertas partes de nuestro carácter que creíamos mejores, una revisión de la cabeza a los pies sin pagar un estudio médico), y también de cómo estamos realmente con los hermanos, quiénes son para nosotros (ciertamente guardando la debida distancia, al menos un metro).
Pienso que Fray Armando, cuando por las mañanas pasa revista y atiende sus orquídeas, vigilando cada latido de los nuevos retoños salientes de las jóvenes reclutas y atendiendo las necesidades de las más ancianas, se entretiene con ellas en un coloquio confidencial. Me atrevo a pensar que para Fray Armando, esta “correspondencia de amorosos sentidos” (U.FOSCOLO) sea la mejor medicina, junto con la presencia de nosotros los hermanos (así lo esperamos) que lo queremos mucho, también porque, como con sus orquídeas, es delicado y concreto con nosotros. Hermanos así iluminan, sin tantas palabras.
Por mi parte, he compartido con hermanos y amigos un poco de fotografías de las orquídeas de Fray Armando mediante la voz #quédateencasa también con las orquídeas de Fray Armando. Me parecía suficiente con que Fray Carlos TROVARELLI, nuestro Ministro general, mostrase con su celular a Fray Armando, las fotos que yo le mandaba día con día, hasta que me llegó la obediencia del Ministro de preparar este pequeño artículo para la página internet de la Orden. Y como era para Armando y sus orquídeas, he aceptado gustoso. Estoy convencido de que en cada fraternidad de la Orden existe tanta belleza aún sin estrenar; a todos nos haría mucho bien apreciarla, cuidarla y hablar de ella, sin evitar a los hermanos (con la debida distancia de seguridad). “Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba” (Cántico del Hermano Sol de San Francisco). Apreciemos, alabemos, dejémonos salvar.

Fray Giovanni VOLTAN