En el desierto de Santa Teresa (Nuevo México) —atravesado por la frontera entre Estados Unidos y México y hoy marcado por el muro fronterizo que se alza a unos 20 kilómetros del corazón de El Paso (Texas)— el silencio ha sido testigo, año tras año, de la partida en soledad de cientos de migrantes anónimos. Cerca de 200 personas cada año, la mayoría mujeres, han visto allí apagarse su vida, dejando tras de sí un vacío imposible de medir.

El 9 de agosto de 2025, Fray Jarek (Jarosław) WYSOCZAŃSKI, junto a la ONG Battalion Search and Rescue (Batallón de Búsqueda y Rescate), miembros de Esperanzar, el Proyecto Encuentro, misioneros de Maryknoll, Hermanas de San Vicente de Paúl y otras personas de buen corazón, se reunieron para celebrar la Eucaristía en medio de aquel desierto. El encuentro conmemoró también el 34º aniversario del martirio de los Beatos Michał TOMASZEK y Zbigniew STRZAŁKOWSKI en Pariacoto (Perú, 1991), quienes entregaron su vida en otro “desierto” distinto, pero igualmente sediento de amor y justicia.
En su homilía, Fray Jarek dedicó un recuerdo especial a las madres de los Beatos en su querida Polonia. Madres que, como tantas otras que han perdido a un hijo en el silencio de este desierto, llevan en el corazón una herida profunda, pero que han sabido transformar el dolor en oración, intercediendo por la paz y la reconciliación allí donde la muerte amenaza con sepultar sueños, proyectos y esperanzas.
Ese día, las oraciones se elevaron también por la conversión del corazón de gobernantes y responsables de decisiones, para que aprendan a mirar con compasión los muchos rincones del mundo donde el sufrimiento clama, y para que descubran en Jesús —quien nunca abandona y abraza siempre con infinita ternura— la fuente de su esperanza.
Desde hace años, la ONG Battalion Search and Rescue recorre el desierto de Arizona y Nuevo México buscando restos humanos cerca del muro que separa a ambos países. En esta misión, han querido contar con la presencia de Fray Jarek para ofrecer consuelo y fortaleza espiritual. Así, desde mayo, cada dos sábados detienen sus recorridos para celebrar la Eucaristía y orar por los migrantes que han muerto en el camino, por sus familias y amigos que quizá nunca sepan dónde terminó la vida de sus seres queridos. Es un ministerio de presencia y misericordia para quienes se han encontrado con la Hermana muerte en soledad, sin nombre y sin reconocimiento, y para sus familias, estén donde estén.

Oficina de Comunicaciones – Esperanzar.