Prot. N. 0510/2024
Roma, 28 de Junio de 2024

A los Hermanos de la Orden
EN SUS SEDES.

Queridos Hermanos,

Recibí con profunda conmoción, el pasado 21 de junio, la noticia del fallecimiento de nuestro Hermano Obispo, Mons. Gianfranco Agostino Gardin, ex Ministro general, hijo de la Provincia italiana de San Antonio de Padua. Guio a nuestra Orden con fraternal sabiduría y clarividencia (1995-2001), antes de ser consagrado Obispo (26 de agosto de 2006) y asumir el cargo de Secretario de la CIVCSVA (Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica). Por último, sirvió con pasión a la Iglesia de Treviso, como Obispo diocesano, durante una década (2009-2019).
Quisiera ahora destacar algunos rasgos de su personalidad y de su ministerio en favor de nuestra Fraternidad.
Fray Gianfranco Agostino, dotado de un carácter franco y una inteligencia brillante, nunca ocultó su amor por nuestra vida consagrada; amaba estar con los Hermanos, reunirse con ellos, estar presente en sus necesidades. Nunca perdió su fino buen humor: incluso una broma, arte narrativo del que era un maestro, le ayudaba a hacer fraternidad, a distender situaciones, a ser capaz de sonreír juntos.
Cualidades que le resultaron útiles sobre todo durante sus mandatos como Ministro, primero provincial (1988-1995) y luego general (1995-2001).

De su generalato me gustaría destacar algunos aspectos sobresalientes que estaban cerca de su corazón y que aún pueden ser de actualidad para nosotros.

  • La Formación en primer lugar
    A su particular sensibilidad debemos el nacimiento del documento “La formación de la Orden. Líneas para un compromiso renovado”, surgido del Capítulo General Extraordinario de Ariccia (1998), gracias a la implicación de las federaciones de la Orden, en estrecho contacto con formadores y expertos en la materia. Según la visión de Fray Gianfranco Agostino, seremos personas significativas en la medida en que sepamos centrarnos en la calidad de nuestra formación inicial y permanente.
  • Al servicio de la Vida Consagrada
    Fray Gianfranco Agostino, estimado profesor de teología moral, se había apasionado poco a poco por las cuestiones y los problemas de la vida consagrada en la Iglesia. Su experiencia, competencia y pasión fueron reconocidas por numerosos Institutos, que le eligieron Presidente de la USG (Unión de Superiores Generales).
    Comunicador hábil y escritor refinado, supo interpretar los principales retos de la Orden, interviniendo puntual y eficazmente a través de sus Cartas a los Hermanos.
    Recuerdo, por ejemplo, la carta a los Hermanos para la Cuaresma de 1997 con el elocuente título: «Testimoniar la primacía de Dios«; y la carta posterior de 1999, centrada en la necesidad de Armonizar fraternidad y misión. En ambos textos quiso dar continuidad al tema del sentido, vinculándolo a la prioridad de la formación inicial y permanente.
  • Firmeza y lucidez
    Su capacidad innata para saber decir las cosas, incluso las incómodas, hizo de Fray Gianfranco Agostino un Hermano de rasgos nobles y directos, nunca indeciso cuando se trataba de tomar posición explícitamente por el bien de las personas y de las comunidades. No temía intervenir cuando era necesario para provocar un cambio en las actitudes de los individuos y las jurisdicciones.
    Fray Gianfranco Agostino eligió no ser mediocre, sino vivir con coherencia su vocación de Hermano Menor Conventual; lo hizo con serenidad, incluso cuando las circunstancias le pidieron que se hiciera a un lado, al concluir su mandato como Ministro general.
  • En la cima, para contemplar el infinito
    Queridos Hermanos, he pensado compartir con ustedes sólo algunos recuerdos, consciente de que sólo he esbozado el perfil humano y espiritual del Hermano, del Ministro y del Pastor.
    Pero hay una imagen que me gusta recordar y que expresa su serena tenacidad: es su pasión por escalar montañas. A pesar de sus numerosos compromisos, sabía sacar días para subir, en compañía de amigos, a las cumbres más bellas. Hoy, tras haber alcanzado la última y más alta cima, puede contemplar a Aquel que es el autor de todo don perfecto, el Altísimo, Todopoderoso, Buen Señor.
    En esa contemplación gozosa del rostro del Padre, consíguenos, querido Hermano Gianfranco Agostino, la gracia de seguir las huellas del Señor Jesús, siguiendo el ejemplo de nuestro seráfico padre San Francisco.

Fray Carlos A. Trovarelli
Ministro general