Del 7 al 14 de julio de 2023, la Comisión formada por el Custodio provincial, Fray Anton BULAI, el Ministro de la Provincia de San José Esposo de la B.V.M. de Rumanía Fray Damian G. PĂTRAȘCU, el Vicario general Fray Jan MACIEJOWSKI, el Asistente general FIMP (Federazione Intermediterranea Ministri Provinciali) Fray Giovanni VOLTAN, asistidos por el Ecónomo custodial y Definidor Fray Julian PIŞTA, se reunieron en el Convento de la Natividad de la Bienaventurada Virgen María de Büyükdere, en Estambul, para discutir juntos las peticiones recibidas de dos Obispos para una nueva presencia OFMConv en Turquía.

Las peticiones oficiales de los Obispos llegan, como una fuerte provocación, en el momento oportuno (esperamos que sea un kairós) precisamente porque la Custodia en su Plan Cuatrienal (2022-26) pidió la posibilidad de abrir un nuevo Convento tanto en Turquía como en el Líbano (Moción 1, Capítulo Custodial 2022: «una visión de futuro que pueda fomentar el espíritu misionero, la itinerancia y nuevas formas de apostolado»). Concretamente, pasando a la primera petición, el Vicario Apostólico de Estambul, Mons. Maximilian PALINURO, desea nuestra presencia en la gran ciudad de Bursa (tiene más de tres millones de habitantes, la cuarta después de Estambul, Ankara y Esmirna o Izmir) a 160 kilómetros de Estambul. En Bursa, la presencia de los católicos podría crecer aún más si fuera acompañada por una comunidad franciscana capaz de diálogo ecuménico (con protestantes y ortodoxos) e interreligioso. Sería una nueva fundación en todos los sentidos.
Luego, está la petición de nuestro hermano Mons. Martin KMETEK, Arzobispo Metropolitano de Esmirna y Presidente de la CET (Conferencia Episcopal Turca): volver a la Parroquia-Convento de Santa Elena de Karşiyaka, en la antigua ciudad de Esmirna (la tercera ciudad turca con más de cuatro millones de habitantes), lugar que dejaron nuestros hermanos en 2014. Tras la discusión, y el encuentro primero con Mons. PALINURO y luego con Mons. KMETEK, la Comisión se desplazó a los dos lugares, Bursa e Izmir, para ver directamente los posibles Conventos, escuchando las posibilidades y criticidades (pastorales, logísticas, económicas) de cada uno de los lugares.
Tantos kilómetros con la oportunidad de algunas paradas realmente emocionantes. No lejos de Bursa, la visita a Nicea (hoy Iznik), sede del primer Concilio (325), del Símbolo Apostólico, que se rezó con emoción donde estuvo la basílica, hoy sumergida por un lago, pero visible desde la orilla en sus restos: los cimientos, su perímetro. No lejos de Esmirna, Éfeso: visita a la casa de María Madre del Señor, con una buena acogida por los capuchinos, y oración ante la tumba del evangelista Juan, en el silencio surrealista de una basílica grandiosa, ahora abierta al cielo porque fue arrasada por un gran terremoto. De regreso, en dirección a Estambul, parada en Pérgamo, otra de las iglesias del Apocalipsis, y Troya, para refrescar algunas reminiscencias homéricas y visitar la antigua ciudad de la que quedan nada menos que nueve niveles, que han vuelto a ver la luz gracias a la tenacidad y pericia de los arqueólogos anglo-alemanes desde el siglo XIX. Siempre da que pensar que de las siete iglesias del Apocalipsis y otras en esta cuna de la Iglesia apostólica, sólo queden piedras y ruinas, gloriosas sí, registro arqueológico en algunos sitios, pero ruinas al fin y al cabo. Algunas de estas piedras, sin embargo, siguen vivas: una minoría de cristianos que viven con valentía su fe en esta tierra.
Al final de la visita, la Comisión intentó hacer balance y tomar una dirección, escuchando al Definitorio custodial para ver cómo continuar el itinerario de discernimiento. Si la Custodia, ateniéndose a lo que ha escrito en su Proyecto, acepta esta novedad, la Provincia Madre Rumana y la Orden no pueden sino bendecir y acompañar esta decisión. Podremos entonces responder a los dos Obispos solicitantes, indicando nuestra elección. Sea como sea, no será fácil: basta pensar en el problema de los documentos, en la delicadeza del momento político del país, así como en la dificultad de encontrar (y/o liberar) hermanos que deseen jugársela por esta nueva aventura. Al unísono, los dos obispos dijeron: ¡Os pedimos un acto de valor y de fe! Al final, también aquí, y quizás sobre todo aquí, lo que más se necesita (San Pablo lo enseña) es la pasión por el Evangelio dentro de un proyecto fraterno claro y bien trazado. Que el Señor, la Bienaventurada Virgen María que, encomendada al discípulo amado, se quedó en Éfeso, los santos evangelizadores de esta bendita tierra de la Iglesia: Juan, Pablo, Policarpo y tantos otros que han testimoniado con su sangre la fe en Cristo, ¡bendigan e intercedan!

Fray Giovanni VOLTAN.