El Observador Romano (L’Osservatore Romano) ha publicado, en su número 133 del 12-13 de junio de 2020, un artículo de Fray Carlos TROVARELLI, 120º Ministro general OFMConv, en el cual comenta la carta que el Papa Francisco ha escrito por el 800 aniversario de la llamada vocacional franciscana de San Antonio de Padua.

Fray Carlos inicia reflexionando detenidamente sobre dos palabras usadas por el Papa Francisco, para describir el paso del canónico Fernando a las filas de los hermanos menores: martirio y conversión.
Fernando se deja cuestionar por la ofrenda de la propia vida de los frailes protomártires; también en nuestros días, muchos de nuestros hermanos donan su propia vida al Señor, convirtiéndose así en un fascinante signo de búsqueda vocacional para todos los creyentes, especialmente para los jóvenes. Sobre la conversión, remarca que la vida de Fernando ciertamente no era la de un cristiano “tibio”, y aun así, confrontando su persona con la de los Mártires, se siente llamado a “salir”, como muchas veces nos recuerda el mismo Pontífice. Jesucristo irrumpe en la vida de Fernando pidiéndole que no se detenga en sus logros; de hecho, la santidad es siempre una continua confrontación con el hoy de la historia de la humanidad.
De este modo, el naufragio de nuestro Santo se convierte en signo de cada uno de nuestros naufragios, especialmente el de tantos migrantes que llegan a costas italianas. La Providencia también nos habla hoy a través de estos “hechos accidentales”, pues nos hacen desaferrarnos de nuestras indiferencias y nos abren para llegar a ser también nosotros testigos de vida evangélica.
En seguida, el Ministro evidencia otras dos palabras clave: con-vivencia y pasión. San Antonio encarna el Evangelio haciéndose cercano a cada persona que sufre, mientras camina por las sendas del mundo; no puede quedarse encerrado en sus propias certezas y correr el riesgo de volverse infecundo. La fecundidad de la fe nunca nos dejará quietos, inmóviles, tranquilos, recuerda Fray Carlos, poniendo el ejemplo del nacimiento de un hijo: cada familia debe cambiar sus costumbres y su rutina para hacer lugar a una nueva creatura. Lo mismo para el Santo; no se trata solamente de encontrar al prójimo, sino de vivir juntos un tramo del camino.
San Antonio es santo porque “ve al Señor”, porque sabe leer la realidad en modo simbólico; en un modo especial descubre, en el rostro del hermano, al mismo Hijo de Dios encarnado. Necesitamos la luz del Evangelio para tener también nosotros esta mirada, esa luz del mismo Cristo, que invita a los discípulos a “ver” en los necesitados Su misma persona: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (cfr. Mt. 25).
Al final de su comentario, el último pensamiento del Ministro –junto con el Papa Francisco- se dirige a todos los religiosos franciscanos y a los devotos del Santo de Padua, para que se dejen llevar por su santa inquietud hacia un renovado impulso, para recorrer con radicalidad y justicia el camino del anuncio y del testimonio del Evangelio.

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