El Papa Francisco ha mandado una carta al Ministro general Fray Carlos TROVARELLI, con fecha del 15 de febrero de 2020, en ocasión del 800º aniversario de la llamada franciscana de San Antonio de Padua.

Después de una breve síntesis histórica del camino de Fernando de Lisboa, a partir del encuentro con los Protomártires franciscanos en Coímbra y hasta su permanencia en Padua, el pontífice exhorta a los hermanos de la Orden y a todos los franciscanos y franciscanas a vivir este aniversario como una oportunidad para hacer suya la inquietud del Santo de anunciar el Evangelio y el amor al prójimo.
Para el papa Francisco, el Santo de Padua es sobre todo un ejemplo para los jóvenes, pues sus intuiciones evangélicas son siempre actuales y representan un motivo de reflexión vocacional. Por último, junto con el Santo, todos estamos invitados a “ver al Señor” en el rostro del hermano, para ser portadores de consuelo y esperanza.

Oficina de Comunicaciones.

Al Reverendísimo Padre
Carlos Alberto TROVARELLI
Ministro general
de la Orden de Hermanos Menores Conventuales

Me ha complacido saber que la Orden celebra con alegría el Octavo centenario de la vocación franciscana de San Antonio de Padua. Ochocientos años atrás, en Coímbra, el joven canónigo regular agustino Fernando, nativo de Lisboa, al enterarse del martirio de cinco Franciscanos muertos a causa de la fe cristiana en Marruecos el 16 de enero de ese mismo año, decidió dar un giro a su propia vida.

Dejó su tierra y emprendió un camino, símbolo de su propio itinerario de conversión espiritual. En primer lugar se dirigió a Marruecos, decidido a vivir valerosamente el Evangelio siguiendo las huellas de los mártires Franciscanos martirizados allá; luego, después del naufragio en las costas de Italia –como les sigue pasando hoy a muchos hermanos y hermanas nuestros- llegó a Sicilia. De ahí, el plan providencial de Dios lo condujo hacia el encuentro con la figura de San Francisco de Asís por los caminos de Italia y Francia. Por último, se trasladó a Padua, ciudad que quedará por siempre especialmente unida a su nombre y que custodia su cuerpo.

Deseo que esta significativa conmemoración suscite, especialmente en los Religiosos franciscanos y en los devotos de San Antonio esparcidos en todo el mundo, el anhelo de experimentar la misma santa inquietud que lo condujo por las sendas del mundo para dar testimonio, con las palabras y obras, del amor de Dios. Que su ejemplo de cercanía para con las familias en dificultad, con los pobres y desamparados, así como de su pasión por la verdad y la justicia, puedan suscitar todavía hoy la entrega generosa de sí mismos, en el signo de la fraternidad. Sobre todo pienso en los jóvenes: este antiguo Santo, a la vez moderno y genial en sus intuiciones, pueda ser para las nuevas generaciones un modelo a seguir, para hacer fecundo el camino de cada uno.

Además, me uno espiritualmente a todos aquellos que tomarán parte en las diversas iniciativas, promovidas para celebrar y vivir en la oración y en la caridad este Octavo Centenario Antoniano. Deseo que todos puedan decir junto con San Antonio: «¡Veo a mi Señor!». Es necesario “ver al Señor” en el rostro de cada hermano y hermana, ofreciendo a todos consuelo, esperanza y la posibilidad de encontrarse con la Palabra de Dios, para asentar en ella su propia vida.

Con tales sentimientos, pidiendo a cada uno que rece por mí, de corazón mando la Bendición Apostólica a la Familia de los Hermanos Menores Conventuales y a cuantos se inspiran en la espiritualidad de San Antonio de Padua.

Fraternalmente
Franciscus.

Roma, San Juan de Letrán, 15 de Febrero de 2020.

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Il testo originale è in italiano.