Querido Fray Mauro,
hermano Obispo y Cardenal,

la noticia de tu nombramiento cardenalicio, que el Papa Francisco anunció a conclusión del Angelus del 25 de Octubre a los fieles presentes en Plaza San Pedro y al mundo, a todos nos ha tomado de sorpresa y a la vez emocionado. Todos conocemos tus cualidades y tus dones, la claridad de tu pensamiento y la fidelidad en tu ministerio de guía fraterna, ¡pero no podíamos imaginar que el Papa Francisco te habría elevado, en vísperas de tus 55 años, a la Púrpura cardenalicia!

Pasadas muchas décadas desde que Pío IX en 1861 designara Cardenal a Fray Antonio Maria Panebianco, ilustre conventual siciliano, ahora el Papa Francisco ha promovido como colaborador suyo a uno de nuestros hermanos, nacido en la Italia del espíritu empresarial, formado en Asís, hombre de relaciones, experto de la autoridad, la cual ha siempre ejercido con prudencia, clarividencia y fraterna sonrisa. Tu atención y cuidado a temas medioambientales, a la sostenibilidad de nuestro estilo de vida, tu dinamismo y tu creatividad, que han dado protagonismo a nuestra Basílica de San Francisco, constituyen un legado que estamos llamados a preservar y hacer crecer. Ese saber “atreverse” tuyo mirando más allá, en un mundo aletargado por los miedos y la auto-referencialidad, es para todos nosotros un acicate para vivir con más entusiasmo nuestra vocación como Franciscanos hoy.
A los hermanos, que consideran tu partida al servicio del Santo Padre un empobrecimiento para nuestra Orden, quiero asegurarles que tu trabajo será continuado por otros, y que tu ser y permanecer hermano franciscano, incluso dentro del Colegio Cardenalicio, dará importantes frutos de “fraterno humanismo” para toda la Iglesia y para nuestra Orden, que es y continuará siendo tu familia.
Querido Hermano Mauro, deseo que vivas tu Ministerio episcopal como pastor que escucha a Dios y a Su rebaño, amando a la Iglesia en cada uno de sus miembros y más allá de su pequeñez. El Papa Francisco te llama hoy también a ti, como en un tiempo fue llamado Francisco de Asís, a “reparar” su Iglesia, apoyando tus pies en su interior, sabiendo que detrás de ti cuentas con una Orden, una familia, dispuesta a sostenerte y acogerte, siempre.

Que para ti sea esta la verdadera y perfecta alegría: conservar la paz del corazón en estos tiempos de crisis, de nuevos y grandes desafíos y de cambios culturales y sociales; conservar el sello franciscano de la humildad y la sencillez de vida, aun habiendo sido revestido de tan alta dignidad eclesiástica; no desanimarte ante los fracasos; ser siempre un instrumento de paz en las manos del Altísimo, como lo fue Francisco de Asís.

 

Fray Carlos Alberto TROVARELLI
Ministro general
Roma, 22 de Noviembre 2020
Prot. N. 907/2020