En el mes de enero de 2021, durante 17 días, Fray Erick G. MARÍN CARBALLO y Fray Ronaldo Francisco CRUZ GONZÁLEZ vivieron una experiencia de misión, atravesando varios pueblos y caseríos a lo largo del Río Coco-Wanky, en la región tropical de la Mosquitia nicaragüense.
“Itinerantes como nosotros, las garzas morenas y blancas alzaban el vuelo, cuando en una pequeña embarcación navegábamos sobre el Río Coco-Wangky, bajo el intenso sol tropical de la región de la Mosquitia nicaragüense. Entre el rumor del oleaje de aquel caudaloso y legendario río, que serpentea entre Honduras y Nicaragua, apenas podíamos reconocer las alegres conversaciones en lengua miskitu, mientras contemplábamos el Evangelio de la Creación en la colorida flora y fauna, así como en los niños y niñas que felizmente jugaban en el río, y con alegría nos saludaban: ¡Naksa! (Hola).
Y así, itinerantes, fuimos de comunidad en comunidad, entres parajes pintorescos y caseríos muy pobres, acompañando esa peregrinación solidaria con aquellas comunidades misquitas, desoladas por dos fuertes huracanes en noviembre del 2020, fenómenos climáticos que empeoraron la pesada cruz causada por décadas de marginación, violencia y empobrecimiento. La solidaridad de la Iglesia nicaragüense y de personas de buena voluntad no se hizo esperar, desde todos los rincones del pequeño país y de los demás hermanos países centroamericanos. En aquella ocasión llevamos semillas de arroz y frijol, que veíamos convertirse en el alimento de tantas familias que padecían hambre.
Memorias como la anterior son fruto de vivencias regaladas en el mes de enero 2021, durante los 17 días que estuvimos en diversos caseríos y comarcas rivereñas. Estas comunidades son acompañadas pastoralmente por la parroquia San Rafael Arcángel de la Diócesis de Siuna, del Atlántico norte nicaragüense. Esta misión itinerante fue promovida por parte de nuestra oficina custodial de Justicia, Paz e Integridad de la Creación (JPIC), en conjunto con los hermanos del posnoviciado en El Salvador. La misión fue sumamente desafiante y una justa osadía en medio de la crisis sanitaria del Covid-19, agravada en Nicaragua por un régimen político autoritario y un sistema de salud deplorable.
En aquel país (donde no hay Conventos nuestros), fuimos apoyados por los hermanos Capuchinos y el párroco del lugar. Íbamos conscientes de los riesgos, dado que el régimen gubernamental se opone a las iniciativas de solidaridad de la Iglesia Católica y de la sociedad civil en beneficio del pueblo nicaragüense. Sin embargo, el contexto nos desafiaba a estar ahí solidariamente abrazando esa realidad crucificada. Y entre tanto dolor, aprendimos de esperanza.
Experimentamos el espíritu comunitario y el fuerte liderazgo laical propio de la región. Cristianos católicos, moravos y evangélicos comparten una rica cultura de fraternidad. El vigor de los jóvenes y la fortaleza de los adultos se manifiesta en la hermosura de sus cantos, en la alegría de sus danzas y en un espíritu que se resiste a dejar de sonreír.
Asombrados de tanta belleza ambiental y cultural, como también de mucho dolor humano y destrucción de la casa común, caímos en la cuenta de que nuestra presencia discreta era sacramento de nuestro ser franciscano. ¡Necesitábamos estar ahí! Esto nos puso en contacto con las fibras profundas de nuestro carisma: la itinerancia, el servicio humilde, la alegría compartida, la contemplación evangélica y la atención al grito de la tierra y al clamor de los pobres.”
Fray Erick G. MARÍN CARBALLO
Fray Ronaldo Francisco CRUZ GONZÁLEZ