Unos meses antes del estallido de la guerra a gran escala, en otoño de 2021, mientras planificábamos el próximo año de funcionamiento del comedor social, que lleva 14 años funcionando en nuestro convento de Kremenchuk, decidimos iniciar los preparativos para la construcción de un dormitorio para gente sin hogar.

La cocina que dirigen los hermanos de Kremenchuk sirve entre 40 y 50 comidas a los necesitados todos los martes y jueves. Además, los enfermos y heridos reciben primeros auxilios y medicinas, y en el baño adyacente a la cocina pueden ducharse, cortarse el pelo y limpiar la ropa.
Tras más de diez años de funcionamiento, tenemos una acogida positiva entre los habitantes y las autoridades municipales. Tenemos algunos voluntarios que nos ayudan en la labor social y algunos benefactores que apoyan regularmente esta obra de misericordia.
Entre nuestras personas atendidas hay niños, jóvenes y ancianos que, no siempre por elección propia, padecen hambre y se han encontrado en una situación de vida difícil. Sin embargo, la mayoría de ellos han acabado en la calle por adicción al alcohol.
Las personas sin hogar y aquellas con adicciones se topan la mayoría de las veces con la indiferencia de la sociedad y la hostilidad de los familiares. Es una gran desgracia que a menudo estalle la violencia entre ellos, que a veces son tratados como un saco de boxeo por las bandas que operan en la ciudad.
Nuestro ministerio no se limita a la beneficencia, sino que también incluye otros actos de caridad, como el diálogo, una breve catequesis y la administración de los sacramentos. Comemos con ellos, intentamos escucharles y ayudarles en la medida de lo posible.
La época más difícil para las personas que atendemos es el invierno; las infecciones, congelaciones e hipotermia son muy frecuentes entre ellos. Esto provoca una tasa de mortalidad bastante alta. Cada año, durante el invierno, mueren entre 10 y 20 personas por congelación o tuberculosis. Durante el frío glacial, se les permite quedarse en la cantina del convento unas horas al día, ver la televisión, beber té caliente. Esto es todo lo que podemos ofrecerles por el momento.
La situación descrita nos ha movilizado a tomar nuevas medidas para ayudar aún mejor a nuestros hermanos y hermanas en situación de extrema necesidad, para que no mueran de frío, luchen contra la adicción al alcohol y, al menos, algunos de ellos puedan llevar una vida normal.
Desde principios de 2022, llenos de entusiasmo, hemos estado discerniendo las posibilidades de iniciar los preparativos para la eventual construcción de un dormitorio. Y así, mientras buscábamos respuestas a estas difíciles preguntas, comenzó la guerra a gran escala, y con ella aumentó el número de personas necesitadas en nuestro comedor. Entre ellos no sólo hay personas sin hogar, sino también 70 ancianos que han llegado a la ciudad desde otros lugares, o que se han quedado lejos de sus familias. Como no podemos alojarlos en el comedor junto con los sin techo, se llevan sopa y pan a sus casas. También se les proporcionan medicamentos, ropa y productos de limpieza según sus necesidades.
La situación generada nos movilizó para llevar a cabo el proyecto previsto. Nuestros amables arquitectos han preparado un plan de trabajo: el centro social San José. Queremos que el nuevo edificio cuente con una cocina, una cantina, un aseo y un dormitorio para los sin techo. Además, queremos organizar un estudio terapéutico para quienes manifiesten su deseo de superar la falta de hogar y el alcoholismo.
Por último, nos gustaría informarles de que hace unos días dimos el primer paso hacia la realización de nuestro proyecto. Tras un año de oraciones y negociaciones, hemos adquirido un terreno para la construcción del futuro dormitorio. Sin embargo, el asunto no fue fácil. Al principio, queríamos comprar el terreno a nuestra vecina, cuya parte de la casa está en nuestra propiedad. Desgraciadamente, seguía aplazando la decisión y pidiendo un precio exagerado. En enero de este año, nos dirigimos a otro vecino que accedió a vendernos su terreno inmediatamente a mitad de precio. Fue un acontecimiento maravilloso para nosotros.
Poco después de recibir el derecho de propiedad, presentaremos una solicitud a las autoridades municipales para obtener el permiso de construcción y la aprobación del proyecto.
Esperamos que pronto, con la ayuda de Dios y el apoyo de los benefactores, se construya el centro social San José junto al convento de Kremenchuk. De este modo, podremos servir eficazmente a los sin techo, proporcionarles ayuda alimentaria, ofrecerles cobijo durante el frío y acompañarles en su abandono de la indigencia y la adicción al alcohol.

Fray Stanisław PĘKALA.