Recuerdos de Kremenchuk

Nunca olvidaré aquella mañana del 24 de febrero de 2022. A las 04:53 me despertó el sonido de una llamada telefónica de conocidos, familiares y amigos. Todos me preguntaban si estaba vivo. Así me enteré de la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia. Abrí la ventana y por primera vez oí la sirena que anunciaba la amenaza de un ataque aéreo.

A las cinco de la mañana celebramos un Capítulo conventual de pie, durante el cual decidimos enviar un hermano a un Convento del oeste del país y preparar un refugio en el Convento. Cubrimos las ventanas del sótano con hormigón, y desde entonces sirvió de refugio. Luego fui a la ciudad con el Guardián. Nunca había visto tanto pánico. Enormes filas de gente en farmacias, bancos y tiendas. No había pan ni agua en ninguna parte. La gente compraba lo que había y corría a casa.
Tras regresar al Convento, llevamos las cosas necesarias al sótano y nos establecimos allí de modo permanente. Ya no había electricidad en la casa.
Al día siguiente, vinieron al Convento personas sin hogar, a las que ayudamos desde hace 15 años y a las que distribuimos una comida caliente dos veces por semana. Con miedo en los ojos, dijeron: “Padre, no hay pan ni en el cubo de la basura”. Al cabo de unos días, conseguimos comprar diez barras de pan, así que tuvimos algo que compartir con ellos. A la semana siguiente, nuestro parroquiano Andrzej MARENYCZ se comprometió a darnos cada semana 20 barras de pan de su panadería. Desde entonces, hemos podido reabrir la cocina para las personas sin hogar. El número de personas necesitadas que acuden a comer todos los martes y jueves supera ya las 50.
Durante estos tiempos difíciles, hemos ampliado nuestras actividades para proporcionar alimentos, medicina y ayuda económica a los pobres de la ciudad. Hemos podido hacer algo gracias al apoyo financiero de benefactores de todo el mundo, a la cuenta de nuestra Custodia provincial de la Santa Cruz en Ucrania. Con los donativos recibidos, cubrimos también los gastos del tratamiento de los heridos durante la invasión. Entre ellos se encontraba la Sra. Natalia, voluntaria que trabaja en nuestro Convento, que sufrió fracturas en brazos y piernas, y daños en el cráneo debido a la paliza que recibió.
Gracias a la ayuda de los bienhechores de la Custodia, entre los que se encuentran hermanos de muchos Conventos y Provincias de todo el mundo, hemos podido renovar la sala de calderas, instalar paneles solares, bombas de calor y comprar un generador. Esto convierte a nuestro Convento en un punto de esperanza: un lugar donde uno puede mantenerse caliente, cargar su teléfono móvil, beber una taza de té caliente, incluso cuando no hay electricidad en la ciudad.
Al cabo de unos días, unos 100.000 refugiados provenientes de Charkiv, Izjum, Enerhodar y otros lugares afectados por las hostilidades llegaron a nuestra ciudad. Como la administración municipal no puede ayudar a todos, nuestra Parroquia, junto con la Cáritas-Spes de la Diócesis de Charkiv-Zaporižžja y los voluntarios, les dio una oportunidad de vivir, es decir, distribuyó alimentos y productos de limpieza.

Fray Maryan MELNYCHUK.