Queridos hermanos,

¡Paz y Bien!
Les deseo un Santo 2019 a ustedes, a sus comunidades, a sus Provincias y Custodias, a sus familias y a todas las personas que de algún modo están unidas a nuestra Orden. Les dirijo mis felicitaciones desde la capilla de la Adoración perpetua del Santísimo Sacramento en nuestra Basílica de Niepokalanów. La inauguramos el primero de septiembre 2018 y es el octavo centro mundial de oración por la paz. Para nosotros en Europa, el primero de septiembre es una fecha un poco difícil, porque recuerda el inicio de la primera guerra mundial. ¡Cuánta paz seguimos necesitando aún hoy! Ciertamente las guerras mundiales terminaron, pero cuántos lugares en el mundo siguen siendo lugares de sufrimiento, de guerra, de no paz.  Por esto también nosotros nos unimos a las oraciones de todos los cristianos este primero de enero, jornada mundial por la paz.

Mis deseos para ustedes en este año, hermanos, son dos:
El primero es el de acoger y celebrar las diferencias. En agosto 2018 hemos vivido el Capítulo general extraordinario para la renovación de las Constituciones y ahora nos preparamos para el próximo Capítulo general ordinario de mayo 2019. En el Capítulo del 2018 hemos vivido la belleza del abrazar y valorar las diferencias; creo que sea un gran compromiso, una grande gracia y una grande ocasión que el Señor nos da: poder poner en común nuestras diferencias por el bien de la Iglesia y del mundo. Estamos llamados a donar nuestras diferencias para que la Orden y la Iglesia en el mundo se enriquezcan.

El segundo deseo que quiero dedicarles es el de abrazar una paz particular, muy particular. Es la paz de la inquietud. Cierto no una inquietud que sólo toma en cuenta y nace de la auto-referencialidad. No es esta la inquietud de la que yo hablo; hablo de la inquietud por la misión, del ser entusiastas hoy en la búsqueda de nuevos modos para anunciar el Evangelio, para anunciar a todos la Buena Nueva, para anunciar la belleza de la vida franciscana que se basa en el Evangelio; para tener el valor, la inquietud, que tuvo san Maximiliano Kolbe. ¡Cuánto este hombre ha sabido unir las diferencias de setecientos frailes y dar a cada fraile lo que necesitaba para desenvolver su misión, pasa vivir su pasión por el reino! ¡Cuánta fantasía ha tenido San Maximiliano Kolbe! Y estaba inquieto por esto, porque deseaba anunciar a todos la belleza de la vida cristiana y la belleza de consagrarse a María. Este gran hombre, este franciscano, este gran santo nos ha enseñado todo esto.

Estos son, hermanos, mis deseos para este nuevo año que el Señor nos regala; en verdad sea un año en el que estemos llamados a alegrarnos de las diferencias y que el Señor nos conceda la gracia de una santa inquietud para anunciar y encontrar nuevos modos de anunciar el Evangelio. Felicidades a todos ustedes hermanos, a las hermanas Clarisas y a los hermanos y hermanas de la Orden Franciscana Seglar.

¡Feliz Año!