Queridos hermanos, el próximo 27 de abril de 2020 se conmemora el primer aniversario de la Beatificación de nuestro hermano Mártir Fray Carlos de Dios MURIAS (que recibió el bautismo de sangre a la edad de apenas 31 años); por tal motivo he decidido dirigirme nuevamente a ustedes, todavía en medio de esta dolorosa circunstancia, esta vez para invitarlos a tomar fuerzas de los Mártires, es decir, de aquellos que han sabido donar sus vidas, estando con Dios y con la gente allí donde la obediencia les había destinado, sin escatimar siquiera su propia vida.
Nuestra Orden goza de la protección de muchos ilustres Mártires, a comenzar desde aquellos de los albores del franciscanismo, pero también de tiempos más recientes. ¿Cómo no traer a la memoria al gran Mártir de la caridad, San Maximiliano M. KOLBE, testimonio del amor en medio de momentos oscuros de la historia? Del mismo modo, del Siervo de Dios Fray Placido CORTESE, también él encerrado en un bunker nazi, donde evangelizó a sus compañeros de desventura con su fe, ¡pero sobre todo con su sangre! También recordamos a los dos jóvenes hermanos Mártires Fray Zbigniew STRZAŁKOWSKI y Fray Michał TOMASZEK, quienes, en los Andes del Perú, frente a sus perseguidores tuvieron el valor de decir: ¡nosotros nos quedamos para dar testimonio de la Verdad! Lo mismo podemos decir del Beato Fray Francesco ZIRANO, quien tampoco escatimó su propia vida; o de la joven Verónica ANTAL, hermana seglar beatificada hace dos años, Mártir de la transparencia y de la pureza; o de otro hermano nuestro, Fray Casimir CYPHER, joven hermano norteamericano misionero en Honduras, lugar donde donó su propia vida –como Cristo- por los demás, cuya causa está por ser abierta.
Queridos hermanos, el sacrificio y el ejemplo de estos Mártires hermanos nuestros nos invitan a hacer nuestras las palabras del Apóstol de los gentiles: “¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo? ¿Las tribulaciones, las angustias, la persecución, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada? Pero en todo esto obtenemos una amplia victoria, gracias a Aquel que nos amó. Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rm 8, 35. 37-39).
En tiempos difíciles como este que estamos viviendo, sea siempre nuestra respuesta –como en los Mártires- la fe y la fidelidad, la perseverancia y la alegría evangélica del don de nosotros mismos.
Fray Carlos A. TROVARELLI, Ministro general.