A partir del 1° de octubre de 2021 se está realizando en Dubái la Exposición Universal (EXPO 2020), que finalizará el 31 de marzo de 2022.

Casi todos los países del mundo participan actualmente en el evento con sus propios pabellones, y un pedacito de Asís ha llegado también a los Emiratos Árabes Unidos. De hecho, el Sacro Convento se ha encargado de formar y enviar a los jóvenes voluntarios que conducen el pabellón de la Santa Sede. Tuve la oportunidad de realizar este servicio en noviembre, y para resumir la experiencia quiero servirme de dos palabras: fraternidad y encuentro.
Mi experiencia como voluntario comenzó unos meses antes de partir hacia Dubái. Fray Simone TENUTI y otros hermanos organizaron unos días de formación en Asís durante el mes de agosto. Estos días fueron fundamentales porque nos han ayudado a vivir al máximo la experiencia en Dubái. Nos reunimos como jóvenes voluntarios italianos para vivir unos días de fraternidad, formándonos en los distintos temas relacionados con el pabellón, pero sobre todo viviendo las relaciones entre nosotros. Fue un encuentro entre personas que no se conocían, pero movidas por el mismo motivo. La primera reunión fue con los otros jóvenes que también partirían y las personas encargadas de organizar los turnos. Este momento pasado juntos redescubriendo San Francisco, después de casi dos años de pandemia, ha sido fundamental para detenerme y comprender hacia dónde estaba yendo. A partir de este momento de fraternidad me di cuenta de que la experiencia de Dubái no sería como hacer unas prácticas, sino que sería una experiencia de entrega a los demás. Cuando llegué a Dubái comprendí el significado de este momento de formación en Asís. En primer lugar, me di cuenta de que la experiencia que estaba viviendo en la Expo no era para vivirla individualmente, sino que era el fruto de un viaje realizado junto con los voluntarios que me habían precedido, los que habrían hecho el viaje conmigo y los que vendrían después.
Durante las dos semanas que pasé trabajando en el pabellón de la Santa Sede, comprendí el valor de conocer y hablar con quienes son diferentes a mí. Nunca olvidaré la cara de asombro de la gente que entraba en el pabellón y veía las obras expuestas. El encuentro fue más allá de la explicación del significado del pabellón. Fue un encuentro con la historia de cada pueblo. A menudo venían personas católicas que se habían trasladado a Dubái para trabajar y veían en la presencia de la Santa Sede en la Expo un signo fundamental de la presencia de la Iglesia católica. Todos recordaron el extraordinario viaje apostólico del Papa Francisco a Abu Dabi en 2019 y muchos de ellos contaron con alegría que habían estado allí.
Sin embargo, la mayoría de los encuentros fue con personas de fe musulmana que a menudo hacían preguntas sobre el significado de las obras expuestas (especialmente la reproducción de la “Creación de Adán”). La curiosidad a menudo nos llevaba al diálogo sobre cuestiones de fe. Hubo muchas preguntas sobre la religión católica y en este diálogo comprendí realmente el significado del documento sobre la Fraternidad Humana firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb, en Abu Dabi hace dos años.
Por último, la experiencia de la Expo Dubái 2020 ha sido única porque se vivió en fraternidad con los otros siete jóvenes voluntarios, procedentes de toda Europa, guiados y apoyados por Fray Elias MARSAWANIAN y Fray Stephen BORG. Nuestro grupo de voluntarios no sólo estuvo en Dubái para dirigir un pabellón, sino que tuvimos una experiencia de testimonio silencioso. La experiencia no habría sido la misma sin un grupo unido como el nuestro, guiado por la fe en Jesucristo y el estilo franciscano. No se da por sentado que diez personas desconocidas puedan vivir fraternalmente una experiencia tan envolvente. Hemos afrontado juntos las dificultades y la fatiga de dirigir un pabellón en la Expo, pero sobre todo hemos pasado juntos distintos momentos de alegría durante el día y por las noches después de la jornada de trabajo. Compartimos una parte del viaje, cada uno con sus propias cualidades y limitaciones. Gracias a esta amistad que se creó entre nosotros no sólo realizamos el servicio, sino que pudimos visitar Dubái, Abu Dabi y hacer una excursión por el desierto.
En el interior del pabellón había una reproducción del fresco que representa el encuentro entre San Francisco y el Sultán, cuyo original se encuentra en la Basílica superior de Asís. Es bonito pensar que, a partir de este encuentro, 800 años después, algunos jóvenes están viviendo una experiencia de encuentro, diálogo y escucha, siguiendo las huellas de San Francisco de Asís.

Marco DEMO.