Queridos hermanos, 
¡el Señor les conceda la paz! 

Vengo a ustedes con estas breves líneas, en el día en que nuestro amado Fray Marco Tasca, ex Ministro general de la Orden, es ordenado Arzobispo Metropolita de Génova. Es motivo de gran fiesta para toda nuestra familia, y por ello deseo unirme idealmente a cada uno de ustedes en acción de gracias al Padre, por el don de gracia que esta efusión de Espíritu Santo representa para nuestro hermano y para la Iglesia puesta bajo su cuidado.
Desde el primer momento en que supe de este nombramiento a través del Nuncio Apostólico en Italia, mi corazón ha albergado sentimientos contrastantes: por una parte, alegría y satisfacción por esta decisión del Papa Francisco, que ha reconocido en nuestro querido hermano los dones necesarios para un ministerio eclesial tan alto y comprometido; por otra parte, del mismo modo presentes, una intensa emoción mezclada con un cierto pesar por la “pérdida” de un hermano tan valioso, que conoce profundamente nuestra familia y que todavía hubiera podido dar mucho a la Orden con su experiencia y sabiduría. Siento que la Madre Iglesia nos pide un grande sacrificio, pero, al mismo tiempo, afirmo que nos sentimos muy contentos de poder servir al Señor a través del “sí” obediente de Fray Marco. Todos podemos imaginar que la misión que le espera no es fácil: la iglesia de Génova que el Santo Padre confía bajo su cuidado, es poseedora de una tradición plurisecular y se asienta en un territorio de la península italiana en sumo grado vivaz, tanto cultural como socialmente.
En su bello saludo a la Iglesia de Génova, Fray Marco ha escrito –entre otras cosas- que porta consigo como dote para su nueva comunidad, todo lo que ha aprendido durante sus años de vida religiosa franciscana conventual. Para todos nosotros, resulta muy bello pensar que todo aquello que ha sido pacientemente sembrado durante su vida -tantas veces con la ayuda escondida de muchísimos hermanos nuestros-, pueda seguir produciendo fruto, si bien en estas nuevas circunstancias. Estamos seguros de que Fray Marco no será simplemente un franciscano obispo, ¡sino un obispo franciscano! Personalmente, es un gran consuelo para mí saber que en la Iglesia a la cual Fray Marco servirá como obispo, está presente una porción de nuestra familia conventual: la fraternidad de San Francesco en Albaro. Estoy seguro de que, a través de los hermanos que ahí operan, Marco se sentirá acompañado por aquella que no sólo ha sido, sino que sigue siendo su familia.
Concluyo renovando mi agradecimiento a Fray Marco por el amor con el cual ha servido a la Orden a lo largo de los más de cuarenta años de vida religiosa franciscana conventual, especialmente durante sus doce años como ministro y siervo de nuestra fraternidad. Habiendo colaborado estrechamente con él durante su último sexenio, puedo decir con toda seguridad que todos nosotros somos testigos de la pasión con la cual ha guiado a la Orden, así como de la atención y delicadeza con la cual encontraba y se dejaba encontrar por cada hermano, en cada parte del mundo.
El Señor guíe y sostenga a Fray Marco en esta nueva misión. Pueda la Madre de Dios Inmaculada, Reina de nuestra Orden, proteger siempre sus pasos y guiarlo para ser un pastor según el corazón de Dios.
Mis queridos hermanos, ¡el Señor les conceda la paz!

Fray Carlos A. TROVARELLI
Ministro general
Roma, 11 de julio 2020

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