en tiempo de pandemia
17 de octubre 2020

Queridos hermanos, ¡Paz y Bien!

Los saludo desde Seúl en Corea del Sur, donde, desde hace varios días, me encuentro en cuarentena, en espera de la celebración del Capítulo provincial ordinario que tendrá lugar durante los próximos días.

Además de saludarlos, quería compartir con ustedes mi preocupación a causa de esta que llaman, al menos en Europa, segunda oleada del Covid-19, este invitado no deseado pero real, presente entre nosotros.
Me siguen llegando informaciones, noticias de todo el mundo, donde hay hermanos infectados, hermanos hospitalizados, tanto ancianos como jóvenes, e incluso hermanos que han muerto.
Todos conocemos también las demás consecuencias de este virus, sobre todo consecuencias ligadas a la vida, a la vida misma: a la subsistencia de cada día, a la educación, a la salud ciertamente, al trabajo; sabemos muy bien cómo ha crecido la pobreza en todo el mundo… Pero no es mi intención hablar de estas cosas que ustedes ya conocen, sino sobre todo asegurarles mi oración, mi profunda oración, especialmente por los hermanos enfermos, por aquellos con complicaciones, por aquellos hospitalizados, también por todos sus familiares; actualmente hay varios enfermos o con otras complicaciones. De corazón, les aseguro mi más sincera oración.
También les pido fuertemente a todos seguir haciendo oración, que hagan una oración aún más profunda, en primer lugar por nuestros hermanos, pero también por las personas más cercanas a nosotros, también por el mundo entero.
También les pido que sean lo más solidarios posible con lo que podamos. A todos pido solidaridad: lo primero es hacernos cercanos, ciertamente, pero también otro tipo de solidaridad, hacer todo lo que podamos por los demás. Ciertamente todos estamos en las manos del Señor y es este un gran misterio. Pongamos esta situación en sus manos, pidámosle a Él misericordia. Entonces, hermanos, a todos ustedes les pido hacerse fuertes con el Señor; y en este momento pido para todos ustedes, especialmente para los más enfermos, su protección, su bendición.

El Señor los proteja a todos.
Gracias.

Fray Carlos A. TROVARELLI,
Ministro general.