Entrevista con el Card. François-Xavier Bustillo OFMConv

– Tras el Angelus del domingo 09 de julio de 2023 en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el Papa Francisco anunció la lista de los nuevos Cardenales, que serían creados en el Consistorio del sábado 30 de septiembre de 2023. Entre los nombrados se encontraba un Hermano Menor Conventual, Obispo de Ajaccio en Córcega (Francia), con quien tengo la oportunidad y el placer de dialogar.
– De hecho, fue un momento de sorpresa para mí. Me encontré nombrado Cardenal por voluntad del Santo Padre. Al recibir esta noticia, más allá de las emociones y reacciones, me pareció correcta la actitud de confianza y serenidad. Un día, en mi juventud, para la Profesión de los votos, dije «sí» al Señor; hoy, en otra situación eclesial, sigo diciendo «sí» al Señor para la construcción del Reino.

– Eminencia, al inicio de este coloquio, quisiera pedirle a Usted que se «presente» a nuestros hermanos, especialmente a los que aún no le conocen, para ofrecer una pincelada de su vida, en particular de su experiencia como hermano franciscano.
En primer lugar, quisiera preguntarle a Usted por el ambiente en el que maduró su vocación: su familia, una «pequeña Iglesia doméstica» que formó en Usted valores humanos y cristianos. ¿Siguen siendo útiles hoy los principios aprendidos en la familia? ¿Vuelve a menudo con su memoria al hogar doméstico?
– Nací en el seno de una familia católica en Navarra, España, cerca de la frontera con Francia. A los diez años ingresé en el seminario menor, donde me formé hasta mi madurez. En mi familia recibí los valores esenciales de la vida humana. Mis padres me animaron a descubrir la vida en el seminario y a valorar si era para mí. En esta etapa de mi vida, conocer a jóvenes hermanos franciscanos alegres y audaces me estimuló mucho. El testimonio de vida tiene un peso fundamental en la vida relacional.

– ¿Cuándo y en qué contexto, Eminencia, descubrió su vocación religiosa y sacerdotal? ¿Hubo algún acontecimiento particular y decisivo? ¿Por qué su elección se orientó hacia los Conventuales?
– En mi camino no hubo signos espectaculares como los hubo para San Pablo. Vivía en disponibilidad a la voluntad del Señor. La vida vocacional era lineal y sencilla. Para mí el encuentro con los hermanos fue un estímulo para continuar con los Conventuales. Me gustaba San Francisco por razones, diría, un tanto poéticas. Después, el tiempo y la formación inicial me dieron la posibilidad de descubrir un San Francisco sólido, capaz de cambiar su vida y capaz de cambiar el rumbo de la vida de sus hermanos, por su radicalidad y coherencia evangélica.

– ¿Las distintas etapas de su formación religiosa le han enriquecido abriéndole nuevos horizontes, hasta entonces desconocidos, contribuyendo a la preparación de su futuro ministerio? Según su experiencia, ¿cómo ve Usted la futura formación para la vida franciscana?
– Después del bachillerato me fui a Padua para el noviciado y la siguiente formación franciscana y teológica. Para mí, Padua fue un buen momento para sentar las bases de mi vida religiosa. En Padua recibí los valores que dan solidez y estabilidad a la vida religiosa y franciscana.
Hoy pienso que la formación franciscana, y la formación para la vida religiosa en general, debe tener una base académica e intelectual, pero no puede limitarse sólo al «saber». Si en el origen de la vida franciscana sólo está el «hacer» y el «saber», no es suficiente. Creo que es necesaria la memoria de nuestra profesión religiosa. El día de nuestro «sí» en la familia franciscana y en la Iglesia, ofrecimos nuestra vida. No se trata de una banalidad. Ofrecer la vida significa dar el tiempo, la energía, el afecto, el conocimiento, todo por los demás. La lógica del don es fecunda y abre los corazones.

– ¿Qué es lo que más le fascinó de la espiritualidad franciscana e influyó en sus futuras decisiones?
– La libertad de san Francisco. Su itinerario vocacional está hecho de opciones radicales para evitar una vida tibia y mediocre. Desde que se desnuda ante su padre hasta su muerte, toda su vida es una búsqueda de autenticidad evangélica. Francisco quiere vivir y no sólo existir. Francisco no tiene miedo, el motor de su vida no es el miedo sino el amor. Por eso arriesga, ama, se entrega, perdona y se abandona. Su itinerario es un proceso de madurez espiritual sin tácticas ni estrategias humanas, pero buscando siempre la voluntad de Dios.

– Eminencia, ¿a qué santos franciscanos se refiere Usted para su vida espiritual? ¿Qué le atrae de ellos? ¿Qué admira de sus vidas ejemplares?
– San Francisco, San Antonio, Santa Clara, San Buenaventura y San Maximiliano Kolbe son siempre modelos para mí. Por supuesto, me dirán, no es muy original…. Pero estos santos encarnan la continuidad del carisma franciscano. El padre Kolbe siempre me ha fascinado por su libertad y su valentía. En Auschwitz, en un mundo duro y oscuro, con su elección de dar la vida por el otro, Kolbe escribió una página luminosa en aquel campo infernal. «La luz brilla en las tinieblas» (Jn 1,5).

– Eminencia, ¿cómo valora su ministerio sacerdotal antes de su nombramiento episcopal? En su opinión, ¿en qué consiste la belleza de la misión del sacerdote? En su itinerario vocacional, ¿ha habido decepciones o desánimos? En el mundo actual, que parece perder cada vez más su identidad cristiana, ¿cómo afronta la crisis del sacerdocio ministerial?
– Para mí, ¡la vida religiosa es la vida! En nuestra vida hay momentos felices y otros más difíciles, es normal, aún no estamos en el Paraíso. En mi camino como hermano, sacerdote y Obispo, la fuerza motriz que siempre me ha animado ha sido el don de mí mismo. En una sociedad en la que es fácil tomar y poseer, elegimos dar y darnos. La tentación, incluso para los hermanos, es encontrar un espacio cómodo para sacar provecho de la vida y estar bien. Nuestra opción no es sólo «estar bien», sino «hacer el bien». En mi opinión, hoy es profético vivir este desprendimiento «de uno mismo» para llegar a la madurez «del nosotros».
Las crisis del mundo y de la Iglesia, son momentos excepcionales para encontrar nuevos caminos en Dios, y en su Espíritu creador. Francisco, en un mundo complejo, da su respuesta con su vida. A menudo nos quejamos de las dificultades y frenamos nuestro entusiasmo, en lugar de encontrar respuestas evangélicas a la sed de Dios de nuestro mundo.

– En su escudo episcopal, Usted eligió el lema: In ipso vita erat (En él estaba la vida: Gv 1,4), y en la imagen conmemorativa, con ocasión de su consagración episcopal, una frase tomada de los Escritos de San Francisco de Asís: “Y guárdense de manifestarse externamente tristes e hipócritas sombríos; manifiéstense, por el contrario, gozosos en el Señor, y alegres y convenientemente amables” (Regla no bulada VII, 16). ¿En qué medida estas palabras -vida en el Señor, alegría en el Señor- determinan su programa pastoral y la orientación de las actividades de evangelización en su Diócesis?
– Estas palabras no son sólo el resultado del protocolo típico de los Obispos. Estas palabras son para mí vida y fuerza. Estas palabras encarnan un ideal para tener sentido en un mundo que busca una brújula existencial. La vida y la alegría impulsan a actuar con esperanza. El mundo anuncia muchas muertes: la naturaleza, los sistemas políticos y económicos, la Iglesia… Pero nosotros nacemos de la tumba de Jesús. De un lugar de muerte surge el cántico de la vida: ¡aleluya! Nuestra vocación no es ser ingenuos, sino profetas de esperanza. La fe abre a la esperanza. El que cree espera, el que espera vive con alegría.

– ¿En qué circunstancias, Eminencia, se enteró del nombramiento como Cardenal? ¿Con qué espíritu aceptó la llamada a este nuevo servicio en la Iglesia por el bien de la humanidad? ¿Qué pensamientos le acompañaron durante la celebración del Consistorio? ¿En qué medida le será útil el carisma franciscano en el ejercicio de sus funciones como Cardenal?
– Como he dicho, el nombramiento fue una sorpresa. En este estado de vida quiero seguir sirviendo al Señor amando a la Iglesia. Un franciscano Cardenal aporta su herencia espiritual y su experiencia. Al vivir la celebración del 30 de septiembre, sentí una gran paz y serenidad. Me dejé llevar por las palabras y los gestos de la celebración. En efecto, como tantas celebraciones litúrgicas, el Consistorio fue para mí un momento de fecundidad. La Iglesia genera nuevos Cardenales no para prestigio personal, sino para el bien de la Iglesia. Un Cardenal franciscano ofrece su colaboración a la Iglesia, con su vida, para reparar lo que de malo hay en el mundo, partiendo del Evangelio, amando a los hermanos y viviendo la pobreza y la sencillez.

– ¿Qué mensaje le gustaría ofrecer a toda la Orden?
– A la familia franciscana conventual le diría, con sencillez, que busque nuevos caminos para no avanzar sólo por inercia, al estilo de lo que siempre se ha hecho. A veces en la Iglesia hay mucha gestión (necesaria) pero poca visión (urgente). No olvidemos el sueño de Francisco en Espoleto y el sueño del Papa con Francisco apoyando a la Iglesia. La Orden tiene un patrimonio humano y espiritual excepcional, hay personas únicas, traemos sal a la tierra para redescubrir el gusto por la vida, la alegría de vivir. El mundo tiene sed de Dios.

Muchas gracias por su disponibilidad para esta entrevista. Deseo de todo corazón que la misión que le ha sido confiada se renueve constantemente por la fuerza del Espíritu Santo, sostenida por la intercesión de la Virgen Inmaculada y de nuestro seráfico Padre san Francisco, dando abundantes frutos en la Iglesia.

Roma, Convento Santos XII Apóstoles, 3 de octubre de 2023
Entrevistador: Fray Sławomir Gajda OFMConv


El Cardenal François-Xavier BUSTILLO OFMConv nació el 23 de noviembre de 1968 en Pamplona (España). Ingresó en el Seminario Menor de Baztán (Navarra) e inició su postulantado OFMConv en Padua (Italia), donde completó sus estudios filosóficos y teológicos en el Instituto Teológico San Antonio Doctor, licenciándose en Teología en el Instituto Católico de Toulouse en 1997. Hizo la Profesión simple el 12 de septiembre de 1987 y la Profesión solemne el 20 de septiembre de 1992; fue ordenado sacerdote el 10 de septiembre de 1994. Ha desempeñado los siguientes cargos: Guardián de Narbona (2002-2018); Párroco de San Buenaventura en Narbona (2002-2017); Custodio provincial de la Custodia de San Buenaventura en Francia y Bélgica (2006-2018); Párroco in solidum de Santa Cruz en Narbonnais y Miembro del Consejo Episcopal de la Diócesis de Carcasona y Narbona (2007-2018); Vicario Episcopal para Narbonnais-Corbières, Delegado para los nuevos movimientos de espiritualidad y para el diálogo interreligioso (2012-2018). Desde 2018 hasta su nombramiento como Obispo, fue Guardián del Convento de San Maximiliano Kolbe de Lourdes, Delegado Episcopal para el Santuario de Lourdes y para la protección de menores y desde 2020 Miembro del Consejo Episcopal de la Diócesis de Tarbes et Lourdes. El 11 de mayo de 2021, el Papa Francisco lo nombró Obispo de Ajaccio y fue consagrado el 13 de junio de 2021 en la Catedral de Ajaccio, y como lema episcopal eligió las palabras In ipso vita erat (En él estaba la vida: Jn 1,4). El 30 de septiembre de 2023, el Papa Francisco lo creó Cardenal y le asignó la titularidad de Santa María Inmaculada de Lourdes, en el barrio de la Boccea de Roma. El 4 de octubre de 2023, lo contó entre los miembros del Dicasterio para el Clero.