Prot N. 0464/2021
Roma, 01 de Mayo de 2021

Fray Damian-Gheorghe PĂTRAŞCU y Fraternidad Provincial
Provincia San José Esposo de la Beata Virgen María en Rumanía

 Carta celebrativa

con ocasión del 125º aniversario de fundación de la Provincia de San José Esposo de la Beata Virgen María en Rumanía, a partir del decreto de la Congregación para la Propagación de la Fe del 26 de Julio de 1895

Queridos hermanos,

                con alegría y gran reconocimiento, dirijo a cada uno de ustedes estas líneas, para celebrar el 125º aniversario de fundación de la “Provincia San José Esposo de la Beata Virgen María”, y para honrar la historia de nuestra Orden en la actual Rumanía, tierra de milenarias culturas; nación de un riquísimo patrimonio humano, espiritual y religioso.

                Al igual que los montes Cárpatos atraviesan casi todo el territorio nacional, la identidad religiosa de los rumanos atraviesa el tiempo y el espacio. Esta sensibilidad religiosa se volvió “acogida” en favor de algunos de los misioneros franciscanos ya en la primera hora, es decir, en el siglo XIII; misioneros comprometidos en la evangelización de lo que entonces era Moldavia-Cumania, en el norte de Valaquia y otras partes de la Europa danubiana.

                Tierra históricamente martirizada por acontecimientos de todo tipo, Rumanía ha conocido, sin embargo, épocas de paz y florecimiento. El lado turbulento de la historia social, civil y religiosa, lejos de debilitar a tu pueblo, ha logrado generar personas de fe profunda, de carácter especial y de reconocida fortaleza espiritual. Todas estas cosas son las que actualmente han dado forma a tu identidad.

                El año pasado (2020) comenzó el jubileo que celebra la última gran etapa de esa historia, es decir, los 125 años de la (“nueva”) Provincia. Adjunto una breve descripción preparada por el hermano Fray Francisc-Lucian Ghervase, sobre la actividad realizada por los franciscanos en esta zona hasta tiempos recientes.

                De hecho, no está dentro de mis posibilidades profundizar en la descripción de tan rica actividad llevada a cabo por nuestros Hermanos Menores Conventuales. En cambio, me gustaría referirme a su testimonio de fortaleza y santidad, vivido incluso (¡o especialmente!) en tiempos de persecución y de todo tipo de adversidades, que han obligado a los hermanos a esconderse, a la soledad, al sufrimiento. A estos hermanos brindo todo mi reconocimiento, que no sólo a pesar de, sino más bien en el sufrimiento, han transmitido la fe a las nuevas generaciones y han hecho posible una nueva refundación (si se puede llamar así) de su Provincia en las últimas décadas.

                La Orden descubre y aprecia los muchos frutos de santidad que han surgido entre sus hermanos y otros, no menos importantes, que han madurado en torno a nuestras presencias. Un claro ejemplo de ello es la reciente Beatificación (2018) de la mártir Verónica Antal.

                Los numerosos “hijos” que Dios ha querido darnos en el último florecimiento vocacional de la Provincia de Rumanía, están a la vista de toda la Orden. De hecho, sus hermanos están presentes casi en todo el mundo. Así, de manera muy especial, la fraternidad provincial cumple un papel misionero muy importante y ofrece hermanos para los diversos servicios de responsabilidad. Además, una madurez manifiesta de la Provincia es el compromiso para con la Custodia de Oriente. Estoy seguro de que la Provincia seguirá profundizando y enriqueciendo de diversas maneras este servicio misionero a la Orden y a toda la Iglesia.

                El aniversario de los 125 años de vida de la Provincia, además de mirar con gratitud el pasado reciente, es una ocasión para contemplar el presente con vistas al futuro. La fe, el testimonio y la valiente apostolicidad -¡martirio incluido!- vividos por parte de tantos hermanos en contextos no siempre favorables o en la incómoda posición de las minorías, son las bases que permitirán avanzar -como una memoria fecunda- con esperanza en los años venideros.

                Además de una actitud de gratitud a Dios y a nuestros hermanos, el presente aniversario provincial es también una ocasión oportuna para realizar un proceso de verificación, al hilo de nuestro hermoso carisma, identificando aquellos aspectos que merecen ser renovados, cambiados o simplemente reforzados. Confío en que toda la Provincia pueda llevar a cabo este proceso de renovación y mejoramiento.

                Según tengo entendido, el tiempo que estamos viviendo presenta a Rumanía -y a toda la Europa y a nuestro modelo occidental en general- nuevos e impensados desafíos, entre los cuales encontramos el notable y creciente fenómeno de la secularización, la hegemonía de lo inmediato y el confort, la dictadura global de los nuevos medios de comunicación sociales, etc. Se trata de un cambio cultural asociado al rápido proceso de modernización de la sociedad que llamamos “progreso”, pero que no siempre va acompañado de un proceso paralelo de humanización.

                Ciertamente, no es para nada útil una actitud que pretenda “demonizar” las características del momento cultural actual, aunque nos parezca que se aleje tan rápidamente de los sólidos puntos de referencia humanistas y religiosos tanto del pasado como del presente. Considero que la actitud profética para la Rumanía sea, más bien, conocer y reconocer en este “presente” los retos y las posibilidades para que la fraternidad provincial pueda imaginar con creatividad el futuro próximo y, de este modo, confiando en el Espíritu Santo, encontrar respuestas y propuestas adecuadas.

                La llamada del Señor es, pues, a asumir los retos y a responder a ellos con la misma fortaleza y fe que demostraron y vivieron con tanta pasión sus predecesores. Estoy seguro de que ustedes, hermanos de la Provincia de San José, habiendo adquirido una gran experiencia nacional e intercultural junto con una congruente preparación académica, sabrán dar una respuesta a la altura de las circunstancias. En este “año de San José”, pongo bajo la protección de su Patrón, a cada uno de ustedes, sus comunidades, sus proyectos, sus vidas y sus sueños.

                Doy gracias a Dios una vez más por su Provincia y por todo lo que cada uno ofrece a la Orden, e invoco sobre todos la bendición del Señor, como lo hacía San Francisco.

+ Que el Señor los bendiga y los guarde
+ Haga brillar su rostro sobre ustedes y les conceda su misericordia
+ Vuelva a ustedes su mirada y les conceda la Paz
+ Y la bendición del Señor, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Fray Carlos Alberto TROVARELLI
Ministro general

______________________

Fray Damian-Gheorghe PĂTRAŞCU
Curia provincială, (Mănăstirea franciscană)
Str. Arcadie Şeptilici 1/A; 600243 – BACĂU, România

 

ADJUNTO

La presencia de los Hermanos Menores Conventuales en Rumanía
Fray Francisc-Lucian GHERVASE
Rumanía

                La actividad emprendida y realizada por los franciscanos al este de los montes Cárpatos ya desde el 1239, es poco conocida y en la literatura se presenta a menudo en términos muy generales, dejando a veces al interesado sin respuestas claras.

                Las entidades franciscanas más cercanas a Moldavia-Cumania en ese momento, se habían organizado en provincias en el Capítulo general del 1239. A partir de ese año, los conventos húngaros se convirtieron en una provincia autónoma bajo la obediencia de su propio Ministro provincial. Los conventos de Polonia dispersos al norte de los montes Cárpatos inician también, junto con los de Bohemia, un nuevo periodo de su existencia bajo un único Ministro provincial con sede en Praga.

                El primer documento escrito que atestigua la presencia de los franciscanos en el territorio de Moldavia es una petición del Papa Gregorio IX, dirigida a los dominicos y a los franciscanos en el año 1238, en la cual el Papa les instaba a predicar una cruzada contra el zar Ioniţa Asan II, que reinaba sobre el principado Rumano-Búlgaro. Este perseguía a los cristianos de rito latino. Se puede deducir así que los franciscanos llegaron a Moldavia con el ejército del rey de Hungría, Bela IV.

                En los documentos papales, Cumania fue mencionada explícitamente por primera vez en el año 1239, cuando el Papa Gregorio IX, en su carta del 11 de junio de 1239 Cum hora undecima, envió, con muchos privilegios y facultades, una hueste de franciscanos en terras Saracenorum, Peganorum, Graecorum, Bulgarorum, Cumanorum, aliorumque infidelium.

                Otro documento que habla de la presencia de frailes franciscanos en Cumania y el norte de Valaquia es una carta del rey de Hungría, Bela IV, dirigida al rey Konrad IV de Alemania, en la que le informa de los desastres causados por los tártaros, mencionando también la masacre de arzobispos, obispos, frailes menores y dominicos en Hungría, Bulgaria y Rusia.

                Sin embargo, no encontramos rastro de los frailes en esa región sino hasta el año 1245, en el que el Pontífice Inocencio IV envió a un docto minorita, en la persona de Giovanni del Carpine, como embajador suyo ante el Gran Khan de los tártaros. Ante las situaciones inestables y las dificultades de diversa índole en las que debían laborar los mendicantes, y para hacer más efectivo su apostolado, Inocencio IV fundó en 1252 la famosa Sociedad de Frailes Peregrinos por Jesucristo, instituida para recorrer de una frontera a otra toda la tierra entonces conocida. Estaba compuesta por dominicos y menores, y disponía de amplios privilegios de la Santa Sede, indispensables para una evangelización eficaz. Moldavia fue reconocida como región misionera sujeta a la Sociedad de los Frailes Peregrinos.

                En el año 1622, el 14 de enero, el Papa Gregorio XV fundó la Congregación De Propaganda Fide, que comenzaría su primera misión el 25 de abril de 1623, y que sería confiada a los Franciscanos Conventuales, con el título La Misión de los Frailes Menores Conventuales en Moldavia y Valaquia, por este hecho la llamó su “primogénita”. El primer franciscano conventual mencionado en las “Acta S. Congr. de Prop. Fide” como misionero en Valaquia y Moldavia es el dálmata Andrea Bogoslavich. El primer Prefecto Apostólico de la misión de Moldavia y Valaquia fue el padre Guglielmo Foca de Perusa, vicario de Constantinopla, que asumió este cargo en el 1629.

                Los Prefectos de la Misión, entre el 1623 y el 1650 tuvieron su residencia en Constantinopla, siendo también Ministros provinciales de Oriente y Vicarios Patriarcales Latinos, y también estuvieron presentes en la Misión a partir del año 1650. Hasta el siglo XIX también tenían el título de Vicarios apostólicos y a veces de Obispos y Visitadores apostólicos.

                El hecho de conocer el país gracias a las grandes peregrinaciones realizadas, representaba una gran ventaja para los misioneros que De Propaganda fide había enviado. Tal vez, la variedad de las provincias de las que procedían y a las que luego regresaban, no sea gratuita. Los misioneros procedían de todas partes de Italia, desde Lombardía hasta Sicilia, pero sobre todo de Umbría.

                Los misioneros italianos enviados por la Santa Congregación tenían como objetivo no sólo asistir a los católicos, sino también ganar a otros de entre los “cismáticos”. Para ello aprendían la lengua del país en el que predicaban y a veces escribían. No cabe duda de que los misioneros predicaban en moldavo, como lo demuestra al gran volumen de Conciones latinae-muldavo del padre Silvestro d’Amelio.

                El estudioso Ausilia informó que los días de fiesta, antes de la misa, los misioneros explicaban el Evangelio del día en lengua moldava. En medio de la misa daban sermones que, naturalmente, tenían que ser siempre en moldavo. Más adelante encontramos también un decreto de la Congregación por el que, tras un examen, se enviaba de vuelta a los misioneros declarados incapaces de aprender la lengua tras seis meses de permanencia en el país.

                Además de las actividades pastorales realizadas en las parroquias (sermones, catequesis), los misioneros trataron de elevar el nivel de la cultura moldava a través de diversos escritos, no sólo religiosos sino también civiles; especialmente podemos recordar las gramáticas y vocabularios y, sobre todo, su implicación en la educación de la juventud a través de la fundación de escuelas.

                Los misioneros, dada su facilidad para aprender la lengua rumana, como hemos visto, pudieron ser de ayuda no sólo en la vida de la Iglesia local a través de las diversas actividades pastorales y culturales realizadas, sino también en la vida social de Moldavia.

                La gran similitud del idioma rumano con el italiano, como ya hemos mencionado, facilitó el conocimiento del moldavo por parte de los misioneros, de modo que, en poco tiempo, fueron capaces de hablarlo y escribirlo.

                Los misioneros enviados por la Sagrada Congregación a Moldavia, además de brindar asistencia a los católicos, debían adquirir otros entre los ortodoxos, por lo que debían aprender cuanto antes la lengua del país en el que predicaban. Podemos encontrar así algunos sermones escritos en moldavo, de los que sabemos muchos de estos podrían haber sido traducidos o compuestos. Están escritos en alfabeto latino y se titulan, uno “Sermón para las almas del Purgatorio, que se dice el día de los difuntos y el cuarto domingo después de Cuaresma”, y el otro “Discurso sobre la exaltación de la Santa Cruz el 14 de septiembre, dicho en Șcheia”.

                Debido a la necesidad de hacerse entender por los moldavos o por los católicos que no conocían la lengua del país, los misioneros pronto pensaron en hacer escribir o traducir al rumano los libros eclesiásticos de absoluta utilidad, como el Catecismo, texto que tuvo gran importancia en la literatura rumana de los siglos XVI y XVII.

                Entre los textos de literatura religiosa en alfabeto latino también encontramos la oración del Padre nuestro impresa en Frankfurt.

                El Prefecto de la Misión Franciscana Conventual de Moldavia, Nicolaus Iosephus Camilli, fue nombrado Visitador Apostólico para Moldavia el 16 de septiembre de 1881, y el 4 de diciembre de 1881 fue consagrado Obispo con el título de Mosynopolis. Tras la fundación del arzobispado de Bucarest por el Papa León XIII, el 27 de abril de 1883, con la bula “Quae in christiani nominis incrementum”, se fundó también el obispado de Iași, el 27 de junio de 1884, y se nombró titular al franciscano conventual Nicolau Iosephus Camilli.

                El 2 de julio de 1895, el misionero franciscano conventual Daniel Pietrobono, Vicario general, convocó a todos los misioneros franciscanos de la zona de Bacău para decidir juntos la fundación de una provincia religiosa en Moldavia, y el Obispo franciscano de Iaşi, Dominic Jaquet, pidió a la Congregación De Propaganda Fide la fundación de una provincia religiosa regular. La Sagrada Congregación, el 26 de julio de 1895, decidió la fundación de la Provincia de “San José – esposo de la Beata Virgen María”, de los Frailes Franciscanos Menores Conventuales de Moldavia, teniendo como primer Ministro Provincial a P. Daniele Pietrobono (1895-1899).

                Al mismo tiempo, se estipuló la división de la Provincia en 4 Custodias con 10 Parroquias, junto con las Iglesias filiales: Bacău (Prăjeşti, Bacău, Fărăoani, Luizi-Călugăra), Galaţi (Galaţi, Huşi), Săbăoani (Săbăoani, Adjudeni, Hălăuceşti) y Trotuş (Târgu-Trotuş).

                En la Rumanía moderna, hasta 1928, no existían disposiciones especiales para regular la situación jurídica de las Órdenes religiosas. La primera ley que tuvo en cuenta el estatus legal de las Órdenes religiosas fue la Ley religiosa del año 1928, art. 36, en la que, posteriormente a través del art. 17 de la Ley para la ratificación del Concordato entre el Estado Rumano y la Santa Sede (12 de junio de 1929), el Estado reconocería la personalidad jurídica de las Órdenes y Congregaciones religiosas católicas, sólo si sus miembros eran rumanos y su Superior vivía en el país.

                El Ministerio de la Ley religiosa, el 17 de mayo de 1941, emitió el siguiente acto jurídico por el que se reconocía la personalidad jurídica de la Provincia “San José”: “Se certifica que la Orden de Hermanos Menores Conventuales (Provincia de San José) está inscrita en el registro de personas jurídicas de las Órdenes religiosas del país, según el art. 36 de la Ley religiosa”.

                Con el Decreto-Ley n. 176 del 3 de agosto de 1948, las Órdenes religiosas de Rumanía, incluida la Provincia “San José” de los Hermanos Menores Conventuales de Moldavia, fueron suspendidas y muchos de sus miembros arrestados y condenados a varios años de prisión, entre ellos: Fray Petru Albert, Fray Ștefan Apostol, Fray Anton Bișoc, Fray Eugen Blăjuț Sr, Fray Iosif Budău, Fray Ioan Butnaru, Fray Iosif Celante, Fray Iosif Chelaru, Fray Gheorghe Coceanga, Fray Anton Dămoc, Fray Francisc Dămoc, Fray Petru Dâncă, Fray Anton Demeter, Fray Alois Donea, ep. Ioan Duma, Fray Gheorghe Dumitraș, Fray Iosif Duman, Fray Gheorghe Pătrașcu, Fray Gheorghe Vameșiu, Fray Iosif Sabău. Los demás hermanos que no fueron arrestados continuaron sus actividades como pastores de almas en las Parroquias diocesanas hasta el año 1990, año en el que renació la Provincia bajo la sabia dirección de Fray Gheorghe Pătraşcu, que hasta entonces había dirigido la Provincia en secreto, junto con los demás hermanos-sacerdotes que habían quedado vivos, con el apoyo de la Curia general, contando con la aprobación de la autoridad eclesiástica.

                Además de los hermanos que sufrieron persecución bajo el régimen comunista, quisiera mencionar a cuatro hermanos que murieron en fama de santidad, a saber:

                Fray Francesco Antonio Tasso di Savona, muerto en fama de santidad en Răchiteni el 05 de marzo de 1765, siendo enterrado inicialmente en la iglesia de Răchiteni, pero debido a que la iglesia era insegura, los restos mortales de Fray Antonio fueron trasladados a Iași el 5 de junio de 1782. Fray Antonio fue enviado a Moldavia en 1763 y Fray Ioannes Oviller, prefecto de la Misión, lo nombró párroco en la Parroquia de Răchiteni. Hablando de su personalidad decía que: “Hizo mucho bien viviendo una vida santa, siendo humilde, paciente, amante de la pobreza y de la castidad, lleno de amor por los pobres y los enfermos, siendo un ejemplo de buenas obras. Fray Barbieri, que desenterró los restos mortales para trasladarlos a Iași, confiesa en el documento redactado para la ocasión que ya entonces, cincuenta años después de su muerte, el pueblo lo recordaba como un santo. El 13 de marzo de 2020, tras algunos trabajos de restauración realizados en la antigua iglesia de Iași, los restos mortales del hermano Antonio fueron trasladados de nuevo a Răchiteni y sepultados en la nueva iglesia.

                Fray Anton Demeter, nació el 17 de septiembre de 1925 en Butea, distrito de Iași. Inmediatamente después de la escuela primaria ingresó en nuestro Seminario Menor de Hălăucești. Tras el año de noviciado en Săbăoani (1945-1946) hizo su profesión simple y luego continuó sus estudios filosóficos y teológicos en Luizi-Călugăra. En el 1949, cuando el gobierno comunista suprimió todas las Congregaciones religiosas y confiscó sus bienes, volvió con su familia. Después de dos años de trabajar como contable en una fábrica, ingresó en el Seminario de Alba Iulia, donde, tras cursar el último año de teología, fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1953 por el arzobispo de Bucarest, Mons. Alexandru Cisar. Ejerció su ministerio como vicario parroquial en la Parroquia de Prăjești y luego en la Catedral Católica San José de Bucarest.

                Después de sólo cinco años, en la noche del 20 de agosto de 1958, fue detenido y, tras un falso juicio, fue condenado a 20 años de trabajos forzados acusado de impartir a niños y jóvenes una educación místico-religiosa y de conspirar contra el orden social. Tras pasar unos días en la cárcel de Jilava (Bucarest), los denunciantes intentaron extorsionarle con acusaciones contra otros sacerdotes. Cuando se negó resueltamente, fue golpeado en la columna vertebral con un martillo y, en poco tiempo, quedó paralizado. Ya gravemente enfermo, fue llevado un par de años a dos campos de trabajos forzados, donde se le obligaba a andar a gatas hasta el lugar de su tortura, donde los otros prisioneros realizaban el trabajo por él.

                En 1963 fue indultado y recluido en la Parroquia de Oțeleni, en Moldavia, donde, a pesar de las numerosas restricciones de las autoridades comunistas, intentó acoger y escuchar a quienes se acercaban a él. En 1979, tras jubilarse por enfermedad, se fue a vivir a una casa que había comprado cerca de la iglesia parroquial de Barticești. Finalmente, en 1993, recibió la obediencia para el Convento de San Francisco en Roman, donde se acababa de construir el Seminario Menor y el Instituto Teológico, y donde desempeñó el servicio de confesor y director espiritual de los jóvenes. Muy solicitado por personas de todas las confesiones, recibía cada día a grandes multitudes, a las que ofrecía consejo y consuelo espiritual.

                Tras 81 años de vida, 47 de los cuales los pasó en una silla de ruedas para paralíticos, el P. Anton falleció la noche del 20 de diciembre de 2006. Su cuerpo fue enterrado en el Cementerio municipal de Roman. Desde entonces, su tumba se ha convertido en destino de peregrinación, donde muchos fieles buscan su ayuda e intercesión. El martes 29 de noviembre de 2016, fiesta de Todos los Santos de la Orden Franciscana de Roman (Rumanía), se abrió la consulta diocesana para la beatificación del Siervo de Dios P. Anton Demeter (1925-2006), de la Provincia de San José Esposo de la Beata Virgen María de Rumanía.

                Fray Iosif Petru Maria Pal, nació en Nisiporești (Rumanía) el 6 de octubre de 1889. Después de sus estudios de escuela primaria, ingresó en nuestro Seminario de Hălăucești en 1905. En 1909 fue enviado a Roma para realizar los estudios filosóficos y teológicos. Al final de sus estudios fue ordenado sacerdote el 22 de abril de 1916. Durante sus estudios fue un buen amigo del Padre Maximiliano Kolbe; siendo el único sacerdote del grupo de hermanos que fundaron la Asociación de la Milicia de la Inmaculada, bendijo las primeras medallas de la Milicia de la Inmaculada. Siendo un buen amigo de padre Maximiliano, poseía mucha información sobre la vida espiritual de San Maximiliano Kolbe, información importante para el proceso de canonización. De regreso a su país de origen, Fray Iosif, fue administrador del Orfanato de Hălăucești. En el año 1923 fue nombrado párroco de Luizi-Călugăra, donde permaneció hasta su muerte. Construyó el Seminario de Hălăucești, la iglesia de Luizi-Călugăra y del Seminario de la misma localidad, donde también fue profesor de teología moral y pastoral. Desde el año 1932 hasta su muerte, Fray Iosif fue Ministro provincial de la Provincia de Rumanía. Murió en Luizi-Călugăra el 21 de junio de 1947, a causa del tifus exantemático, al haberse contaminado mientras cuidaba a un enfermo. Fue enterrado en la iglesia parroquial de Luizi-Călugăra. Fue un buen predicador, caritativo con los pobres, amable y muy querido por el pueblo, que aún hoy lo recuerda con veneración.

                Fray Martin Benedict, nació en Galbeni (Rumanía) en 1931, de padres campesinos. Después de la escuela primaria en su pueblo natal (1938-1945), ingresó en nuestro Seminario de Hălăucești en septiembre de 1945, asistiendo allí a la escuela durante tres años. Con el inicio de la persecución oficial de la Iglesia Católica y la nacionalización de las escuelas, terminó el bachillerato en Bacau, y posteriormente se matriculó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Iasi, donde se graduó en 1957.

                Ejerció la profesión de médico en Răducăneni, Tătăreni, Bacau y finalmente en el hospital de Onesti (desde 1962 hasta su muerte). En 1972 cayó gravemente enfermo del intestino, siendo sometido a tres operaciones en pocos días. Los médicos opinaban que moriría en poco tiempo. Sin embargo, vivió 14 años y todo el mundo consideró su vida un milagro. Fue entonces cuando su hermana Varvara, religiosa clandestina, se instaló con él.

                Después de contactos ininterrumpidos con nuestros hermanos (especialmente con el P. Gheorghe Pătrașcu) decidió continuar su preparación para la vida religiosa y el sacerdocio. Bajo la dirección del P. Pătrașcu, Ministro provincial de Rumanía de incógnito, hizo el noviciado clandestinamente; emitió la profesión temporal en 1976 y la solemne en 1979 (Al no llevarse registro alguno debido a la particular situación histórica, desconocemos la fecha exacta) y fue ordenado sacerdote el 14 de septiembre de 1980 por el obispo greco-católico Alexandru Todea en Slănic Moldova.

                Durante todo este tiempo continuó su servicio en el hospital, sin dejar que los agentes de la “Securitate” (policía secreta) descubrieran su profesión religiosa y su condición de sacerdote. En su propio apartamento, donde tenía un pequeño oratorio, celebraba la Santa Misa todos los días. Por su constante oración, los fieles lo llamaban “el médico que reza mucho”, y por su bondad y apasionado servicio, “nuestro padre médico”. Se preocupaba no sólo de la salud corporal sino también del alma de sus pacientes, exhortándoles a rezar, a confesarse, a regular su vida matrimonial… Sobre todo, luchó contra el aborto y defendió la dignidad de la persona humana con sus inalienables derechos. También contribuyó a la construcción de varias iglesias a pesar de la hostilidad del régimen comunista entonces en el poder.

                Durante la peregrinación a Roma para la beatificación del capuchino rumano Fray Geremia da Valacchia, que tuvo lugar el 30 de octubre de 1983 (durante la Misa leyó como laico una intención de la oración de los fieles con un añadido improvisado, que alertó a los oyentes interesados), fue reconocido como sacerdote por la policía secreta, y a partir de entonces comenzó su persecución (con detenciones, interrogatorios, intentos de envenenamiento y atropello), que terminó con su muerte el 12 de julio de 1986.

                Un año después de su muerte, el agua del pozo situado junto a la casa de su pueblo natal, empezó a oler y a saber a rosas. Galbeni se convirtió, en muy poco tiempo, en meta de peregrinaciones, y la evolución de los acontecimientos causó gran preocupación a la “Securita”. Sin embargo, todos los intentos de detener el flujo de personas, siempre fracasaron. Circularon rumores de que se habían producido muchos milagros de curación y la gente empezó a rezar con devoción y a pedir la ayuda y la gracia de Martin. Su memoria está viva tanto en la Provincia como entre los laicos. El proceso de canonización comenzó el 14 de abril de 2007.

                La reorganización de la Provincia tuvo lugar en Nisiporeşti (NT), donde el párroco de entonces, P. Petru Albert, reabrió la escuela de pre-teología y en el mes de mayo de 1990 y siguientes, recibió un número conspicuo de 60 jóvenes aspirantes para recibir la formación para entrar en la Orden. En el otoño de ese mismo año, los primeros novicios iniciaron su formación en Luizi-Călugăra, y en 1991, el primer grupo de frailes profesos simples fue enviado a estudiar al extranjero: Italia, Alemania, Austria. Ese mismo año se iniciaron las obras del actual Instituto Teológico Franciscano de Roman y se renovó la casa del noviciado de Prăjeşti.

                En 1993, los primeros hermanos reanudaron sus actividades en el rito oriental y construyeron el convento de Oradea, al que siguieron los de Holod y Carei. En 1994 se construyó el Postulantado franciscano de Huşi. El Obispo de Iaşi devolvió a los frailes las comunidades parroquiales de Luizi-Călugăra, Prăjeşti, Tg. Trotuş, Galaţi, Huşi y Hălăuceşti, a las que se añadieron las comunidades de Buruieneşti, Nisiporeşti y Cacica.

                El 25 de junio de 2010, la Provincia fue enriquecida con la apertura de la Custodia de Oriente y Tierra Santa, con sede en el Convento de San Antonio en Estambul. La Custodia abarca el territorio del llamado Oriente Medio, y actualmente está formada por cuatro fraternidades presentes en Líbano y Turquía, o sea, el Convento de Santa María en Büyükdere, el Convento de San Antonio de Padua en Estambul, el Convento de San Antonio de Padua en Sin-El-Fil y el Convento de San Francisco de Asís en Zahle. Actualmente la Custodia está compuesta por 18 hermanos profesos solemnes y 3 hermanos profesos simples.

                En la actualidad, la Provincia de San José en Rumanía cuenta con 215 hermanos profesos solemnes y 18 hermanos profesos simples, presentes en 87 comunidades en cuatro continentes.

De esta breve presentación histórica surge claramente el testimonio histórico del celo apostólico de nuestros hermanos predecesores, un testimonio que nos obliga a todos a comprometernos y a trabajar por la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.

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