Este verano se cumplen doce años de nuestra presencia estival en Ponferrada (España), como fraternidad de menores conventuales de la FIMP (Federazione Intermediterranea Ministri Provinciali).

La aportación humilde de presencia eclesial, que en 2007 nos sentimos llamados a dar, ante la inminencia del Año Santo del 2010, y amonestados por la crítica repetida y lapidaria de la ausencia de “testigos compañantes de la fe” a lo largo del Camino, ha tenido distintas etapas, y la última tiene que ver con la disminución numérica de peregrinos en el Camino, y también de frailes de otras Provincias en nuestro proyecto interprovincial, a causa del COVID’19. Alemania, Padua y España fueron las pioneras, pero han participado en estos años otras muchas de toda la Orden. En el momento presente la misión se ha consolidado, sabemos qué da de sí el ambiente, el estilo que se ha ido estableciendo, y el contexto eclesial que nos sostiene; la Provincia de Nuestra Señora de Montserrat de España se ha quedado sola en el mantener fielmente esta misión, que no dudo en calificar de evangelizadora. Viajar se ha vuelto totalmente incierto para cuantos antes venían, compartían, y enriquecían la prolongación y el descubrimiento de un hilo conductor multisecular: la Orden de los menores se consolidó en la Europa Medieval, en buena parte, en las rutas de peregrinación jacobeas (Fray José GARCÍA ORO OFM, historiador gallego).
Aunque el Camino Jacobeo no deja indiferente a nadie que se acerque a él desde las más distintas motivaciones, los cambios han sido muchos en estos años, y nos piden ir más allá, dar un paso adelante, para no acomodarnos en repeticiones autocomplacientes, prisioneras de la inercia, que nada tiene que ver con la vitalidad e itinerancia (“levadura”), del Evangelio. La ACC (Acogida Cristiana en el Camino de Santiago), está haciendo una apuesta de confesionalidad de los centros de acogida, con una propuesta de “refugio cristiano” donde se explicita y descansa la fatiga y el gozo de la fe, frente a los “albergues” municipales o privados, que buscan el servicio al peregrino, y en el segundo caso también una ganancia económica. La cuestión que va tomando forma entre nosotros es, si una fraternidad interprovincial permanente, inserta en este contexto confesional, rural e itinerante, sería un signo de Nueva Evangelización, y de regeneración del franciscanismo, porque entiendo que difícilmente podríamos llegar a poner en marcha fraternidades interobedienciales si no comenzamos por experiencias interprovinciales, o dicho de otro modo, internacionales, de las que ya existen bastantes en la Orden, particularmente en Europa.
¿Esto son sólo cosas de frailes?, no lo creo; los hospitaleros son un elemento valiosísimo del Camino, no sólo por su fuerza de trabajo gratuito y desinteresado, sino porque cuando viven una espiritualidad “itinerante” y de servicio, pueden integrarse en un proyecto compartido: “sin mezcla ni división”, sino en la comunión, y temporalmente, como ya sucede. En las nuevas encrucijadas pastorales a las que estamos llamados a salir para andar el camino de la vida con los nuestros, la pluralidad de las vocaciones es indispensable para que el mosaico completo refleje la belleza de la vocación cristiana, y sea llamativa transmitiendo lo que pretende. Pensar proyectos en solitario es ya pasado, nuestra situación eclesial en Europa no da para escapadas en solitario.
Hasta 2022 estaremos gozando del Jubileo Jacobeo (el primer privilegio Jacobeo concedido por Calixto II fue en 1122), estamos felices de poderlo gozar metidos de hoz y coz en la colaboración eclesial para que sea un tiempo de gracia para cuantos se abran a ella, contentos de no haber dejado la presencia en Ponferrada en estos años de dificultad; el sacrificio, si vivido por amor y en favor de los demás, es un signo evangélico inequívoco.
Recientemente, el último grupo de hermanos que ha hecho servicio allí este año, visitando a las clarisas de Villafranca del Bierzo, en cuya iglesia está enterrado S. Lorenzo de Brindis, se encontró allí mismo con el Ministro general de los Capuchinos, Fray Roberto GENUIN, y en la misma mañana con los menores de Galicia en O Cebreiro, donde fueron recibidos como verdaderos hermanos, ¿será también esta una casualidad, o un signo que podríamos valorar intuyendo algo más?; los grandes logros comienzan por pasos pequeños… “como el grano de mostaza” (Mt 17, 20). El jubileo producirá su fruto, el que el Espíritu Santo quiera, nosotros estaremos atentos para percibir los signos de los tiempos con los que Él hoy nos quiera hablar, y poner de nuevo en camino.
“Sal de tu tierra, el Apóstol te espera”, reza el cartel oficial del Jubileo, y en el centro del mismo, la figura serena del Apóstol, detalle del pórtico de la gloria, nos acoge con una sonrisa a los que no nos rendimos y queremos seguir recorriendo caminos, porque a la sazón, peregrinos somos.

Fray Joaquín Ángel AGESTA CUEVAS.