Pareciera algo ilógico escribir sobre San José cuando el calendario marca el 8 de diciembre y no el 19 de marzo (o el 01 de mayo). Más bien deberíamos escribir sobre la Inmaculada. Sin embargo, vale la pena aprovechar la ocasión y dedicar unas palabras a San José también; de hecho, hoy se cumple el 150º aniversario de la proclamación de San José como Patrón de la Iglesia universal.

Juan XXIII, en la Carta Apostólica “Las voces” del 19 de marzo de 1961, narra la historia de esta proclamación con las siguientes palabras: “Entre los diferentes postulata que los Padres del Concilio Vaticano I, al reunirse en Roma (1869-1870), entregaron a Pío IX, los dos primeros se referían a San José. Ante todo se pedía que su culto ocupase un lugar más preeminente en la sagrada Liturgia; llevaba la firma de ciento cincuenta y tres obispos. El otro, suscrito por cuarenta y tres superiores generales de Órdenes religiosas, abogaba por la proclamación solemne de San José como Patrono de la Iglesia universal. Pío IX acogió con alegría ambos deseos. Desde el comienzo de su pontificado (10 de diciembre de 1847) fijó la fiesta y rito del patrocinio de San José el domingo III después de Pascua. Ya desde 1854, en una vibrante y devota alocución, señaló a San José como la más segura esperanza de la Iglesia, después de la Santísima Virgen; y el 8 de diciembre de 1870, en el Concilio Vaticano, interrumpido por los acontecimientos políticos, aprovechó la feliz coincidencia de la fiesta de la Inmaculada para proclamar más solemne y oficialmente a San José como Patrono de la Iglesia universal y elevar la fiesta del 19 de marzo a rito doble de primera clase. [Decr. Quemadmodum Deus, 8 de diciembre de 1870; Acta Pii IX, P. M., t. 5, Roma 1873, p. 282]”.
Por tanto, oficialmente San José es Patrón de la Iglesia universal desde hace 150 años. También debemos recordar que es Patrón de nuestra Orden. De hecho, el art. 47, § 4 de las Constituciones del 2019 habla de él así: “Los hermanos veneren e imiten a San José, Patrón de la Orden, admirable ejemplo de hombre creyente, totalmente entregado a Dios”. ¿Desde cuándo lo elegimos como nuestro Protector? Parece que la respuesta es: desde hace 279 años. La decisión de elegir a San José como Protector y Patrón de la Orden se tomó durante el Capítulo general celebrado en mayo de 1741, en el Convento de los Santos Apóstoles en Roma. El Papa Benedicto XIV presidió personalmente este Capítulo y luego, el 6 de septiembre de 1741, emitió el Decreto, con el que concedió las indulgencias solicitadas por los hermanos, tras la decisión de escoger a San José como Patrón de la Orden [cf. Archivum Franciscanum Historicum XIII (1920) 150-151, donde ha sido publicado el decreto].

P.D. Si alguien también espera una palabra sobre la Inmaculada en este día, podemos responder con las palabras de San Maximiliano M. KOLBE, quien nos presenta a San José como un ejemplo de ofrecimiento y entrega a la Inmaculada. San Maximiliano, en la Nochebuena del 1938, en Niepokalanów, dijo: “Busquemos introducir la Inmaculada en las almas, así como San José la acompañó a Belén (Lc. 2, 4-7). Recemos a San José para que nos dediquemos, nos consagremos, trabajemos y vivamos por la Inmaculada como Él lo hizo” [cf. Conferencias de San Maximiliano Kolbe, n. 202].

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