El sábado 9 de noviembre de 2024, fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán, se celebró en el Seraphicum de Roma la institución de nuevos Acólitos.
Durante la Eucaristía, presidida por el Ministro general Fray Carlos TROVARELLI, ocho Hermanos profesos solemnes de la comunidad de formación recibieron el Acolitado.
En el camino formativo hacia el sacerdocio, los ministerios son como etapas que ayudan al Hermano a discernir la llamada y a responder generosamente, configurándose con Cristo profeta (Lectorado) y con Cristo siervo (Acolitado). El ministerio del Acolitado es, por tanto, la última etapa antes del Diaconado y el Presbiterado.
El ministerio fue conferido a Fray Arun MANGALY, Fray Dibin NALLUKUNNEL y Fray Alan PARAYIL (Provincia de San Maximiliano M. Kolbe en India); Fray Lucien BASSOLE y Fray Windpidisda-Alain ZOUNGRANA (Delegación provincial en Burkina Faso); Fray Anthony Romanus DONKOH (Custodia provincial de San Antonio de Padua en Ghana); Fray Peter PIKULÍK (Custodia provincial de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María en Eslovaquia); Fray Fakhridin IBRAGIMOV (Delegación provincial en Uzbekistán).
El término acólito deriva del griego akolythos. La forma verbal correspondiente significa: ir detrás, seguir, acompañar. El ministerio del Acólito es un servicio a la Eucaristía y, por tanto, al Altar. En el rito de la institución del Acolitado, la Iglesia invoca una bendición especial sobre el candidato, para que pueda cumplir fielmente su servicio, conformando cada vez más su vida al Sacrificio Eucarístico, para ofrecerse cada día en Cristo como un sacrificio espiritual agradable a Dios, amando sinceramente al Cuerpo místico de Cristo, que es el pueblo de Dios, especialmente los pobres y los enfermos. El ministerio es, por tanto, una tarea, una misión precisa que debe realizarse en el seno de la Iglesia y no una atribución honorífica.
El Acólito vive esta llamada durante los momentos litúrgicos y los momentos concretos de su vida cotidiana (el Cristo del altar y el Cristo presente en los Hermanos, especialmente si son necesitados). El ejercicio del ministerio le ayuda a participar activamente en la liturgia, a vivir una vida espiritual cada vez más intensa, a madurar en conciencia y a dar testimonio con su vida.
El Acólito está llamado a ayudar al presbítero y al diácono durante las acciones litúrgicas. Se compromete a prestar un servicio a la comunidad concreta, a la que el Obispo le envía, donando su tiempo, disponibilidad y compromiso. Su servicio no se limita únicamente a la celebración litúrgica, sino que también sale al exterior, llevando a los fieles lo que ha obtenido del altar.
De este modo, trata de convertirse en instrumento del amor de Cristo y de la Iglesia para las personas más necesitadas, débiles, pobres y enfermas, poniendo en práctica el mandato de Jesús a los Apóstoles en la Última Cena: ámense los unos a los otros, como Yo los he amado. Durante el ejercicio del ministerio litúrgico, el Acólito llevará el alba o roquete blanco como vestimenta típica de su ministerio.
Agradecemos al Ministro general su visita y sus edificantes palabras, y a los Hermanos en formación su testimonio y su deseo de comprometerse en el servicio del altar. Rezamos por ellos y por todos los que han emprendido un camino de discernimiento hacia el sacerdocio, para que perseveren en su camino.
Fray Adam MĄCZKA.