5. Nuevo estilo de presencia en el mundo

Una novedad específica para la mentalidad del Medioevo, fue el modo de estar presentes en el mundo de los hermanos. Estaban lejos de un estilo de vida estable; al contrario, recorrían el mundo proclamando el reino de Dios y al mismo tiempo llamando a la gente a hacer penitencia. Al inicio predicaron el Evangelio sólo en Italia; con el pasar del tiempo cruzarían las fronteras. Este estilo de predicación suscitó la admiración, entre otros, del Papa Honorio III, que comparó a los hermanos menores con los apóstoles que siembran la semilla de la Palabra de Dios en las casas que encuentran. Giacomo da Vitry también los ha mostrado de manera positiva, el cual en su obra Historia Occidentalis casi identifica a los hermanos menores con los apóstoles; los mira como aquellos que, de día, son capaces de recorrer pueblos y ciudades para trabajar cercanos a la gente y conquistar al menos algunos de ellos a Cristo y, de noche, buscan lugares solitarios para dedicarse a la oración contemplativa.
Si bien testimonios de desaprobación de esta novedad propuesta por los hermanos no faltan (para los hermanos todo el mundo se ha convertido en un convento), incluso entre los seguidores que viven un estilo de vida estable podemos encontrar monjes que aceptan esta novedad. En la Legenda Monacensis, un benedictino escribe: “La vida solitaria enseña a concentrar la atención en Dios y en uno mismo; mientras que el que quiere edificar a los demás debe estar presente entre aquellos a los que debe beneficiar”. Por esto, Francisco de Asís no huye del mundo. Junto con sus hermanos quería “ir por el mundo”, no tanto para retirarse de él sino para realizar su actividad entre los que están en el mundo. Esta actividad es, sobre todo, un servicio a la Iglesia, un servicio no ocasional sino permanente, sin huir de la gente, sin crear enclaves, sin fundar abadías que, aun siendo lugares de oración y trabajo y también centros de espiritualidad, no iban al encuentro de la gente que poblaba cada vez más las ciudades y que necesitaba escuchar las palabras de la Buena Nueva de boca de alguien que pudiera ver en ellos un hermano.
Este nuevo estilo de presencia en el mundo propuesto por San Francisco, que tiene que ver con la predicación y la misión, primero con el testimonio de vida entre la gente y sólo después con la palabra, se ha convertido en un sello distintivo para nuestra Orden. Otras Órdenes mendicantes de la época también diferían en su forma de vida de la monástica. De hecho, la proclamación de la llamada a la penitencia ocurría muy cercana a las personas, y la vida misma de cada hermano y de la comunidad entera se convertía en una especie de prueba de fuego que confirmaba su autenticidad. En la siguiente parte leeremos en qué consistía esta predicación.

Fray Dariusz MAZUREK, Delegado general para la animación misionera.

Basado en:
ESSER K., La orden franciscana. Orígenes e ideales, Oñate (Guipúzcoa) 1976.
ESSER K., Temas espirituales, Oñate (Guipúzcoa) 1980.
URIBE F., «Ir por el mundo» o la evangelización a través del testimonio, SelFr 77 (1997) 242-262.
URIBE ESCOBAR F., La vida religiosa según San Francisco de Asís, Oñate (Guipúzcoa) 1982.

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