Formación franciscana – inspiraciones (parte 17) 

Aconsejo de veras, amonesto y exhorto a mis hermanos en el Señor Jesucristo que, cuando van por el mundo, no litiguen ni contiendan con palabras (cf. 2 Tim 2,14), ni juzguen a los otros; sino sean apacibles, pacíficos y moderados, mansos y humildes, hablando a todos honestamente, como conviene[1].

Llevo algún tiempo pensando en cómo nuestra espiritualidad franciscana puede ayudar a los jóvenes de hoy, ¿qué puede ofrecerles en sus vidas? Probablemente el tema podría considerarse también en relación con otras realidades pastorales, no sólo relacionadas con los jóvenes. Los agentes de pastoral encuentran muchas realidades comunes entre las diversas edades. Sin embargo, podemos ver que la pastoral juvenil tiene su propia especificidad. ¿Por qué? Porque cuando una persona está en la adolescencia y en la juventud, comienza a madurar. Durante este período, se forma su identidad, descubre el sentido y la finalidad de su existencia, los espacios en los que quiere realizarse, se desarrolla físicamente, incluso sexualmente. La influencia de los padres disminuye, mientras que aumenta la del entorno exterior, incluidos los compañeros y la moda dominante. Los jóvenes son sensibles a la aceptación: temen especialmente el rechazo. La aceptación de los demás es muy importante para ellos. Se esfuerzan por cumplir los papeles con los que se identifican y quieren que se les considere adultos, es decir, capaces de tomar sus propias decisiones. Al mismo tiempo, les cuesta renunciar a algunas formas de dependencia de los padres o tutores. En términos de estilo de vida, valores e ideales, los jóvenes buscan la independencia y lo que consideran propio, aquello en lo que se encuentran a sí mismos. Por otra parte, a menudo inconscientemente, dependen en gran medida de los medios de comunicación, adoptando acríticamente opiniones y modelos populares. En consecuencia, no debe sorprender que tiendan a rechazar las costumbres, tradiciones y religiosidad recibidas de sus padres o de la sociedad. En caso de problemas, tienden a buscar ayuda y apoyo en sus iguales, quizá en Internet; es menos probable que recurran a un padre, un profesor o un sacerdote. En general, este es también un periodo de muchas elecciones vitales importantes para el futuro, como la especialización, el trabajo, la familia, pero también la vocación.

Pienso en la necesidad de una sensibilidad especial hacia los jóvenes, debido a que la generación actual es muy diferente de aquella en la que crecimos. Si consideramos a los jóvenes de hoy en términos de creencias generales, se les puede definir como la generación «Z»[2]. Se caracterizan por ser la generación «tranquila», abierta a nuevos contactos e ideas, que prefiere las actividades en Internet, presente en las redes sociales, curiosa sobre el mundo, algo inestable cuando se trata de compromisos permanentes, que experimenta dificultades en las relaciones reales y en el mundo real.

Dado mi escaso contacto con los jóvenes, pregunté a un amigo cómo llegar a la juventud de hoy, qué necesitan. En respuesta, me enteré de que recientemente había mezclado col agria, pimientos verdes, zanahorias rojas y calabaza. Le salió un plato sorprendentemente sabroso a partir de una imaginativa combinación de ingredientes populares. Cuando compartió esta experiencia con la cocinera del Convento, ésta le habló de la existencia de la cocina molecular. En ella se utilizan ingredientes comunes, pero la forma de cocinarlos y combinarlos produce nuevos sabores originales. Creo que durante siglos hemos tenido los mismos ingredientes pastorales comunes, sólo que a veces nos encontramos con el problema de cómo combinarlos y cómo servirlos para conseguir algo que deleite y atraiga[3].

Así que me surgen preguntas: ¿qué sabe bien a los jóvenes, qué utilizar y cómo hacerlo? En el tercer capítulo de la Regla bulada, San Francisco nos dice qué ingredientes utilizar. El punto central de este capítulo es que los franciscanos debemos permanecer en la Iglesia, rezar y ayunar. El fruto será una capacidad natural de llevar la paz a todas partes: sin pelear, sin juzgar, con humildad, amabilidad y cortesía[4]. Estos serán los ingredientes del plato necesario en los diversos tipos de trabajo pastoral que realizamos, así como en nuestra vida y relaciones en comunidad. Esto es especialmente válido para los frailes jóvenes, porque evita que se confunda el papel que el pastor debe desempeñar en las relaciones con los jóvenes. En otras palabras, respirando el espíritu de la Santa Iglesia y ayunando, nos será más fácil recordar que un franciscano no es un colega, ni un padre, ni un compañero de vida, ni un líder narcisista que atrae hacia sí a las multitudes. Estoy convencido de que será importante para los jóvenes hacer lo que también es importante para otros grupos sociales: ser un fraile amigo de Dios. Pero, ¿cómo compartir la fe con los jóvenes, es decir, cómo y con qué medios servir un plato bien preparado? Esto lo descubrirán sobre todo aquellos hermanos que sepan estar cerca de los jóvenes.

Fray Piotr STANISŁAWCZYK
Delegado general para la formación


[1] Rb 3, 10-11.
[2] Cf. Wikipedia, Generazione Z, https://it.wikipedia.org/wiki/Generazione_Z, 19.08.2023.
[3] Texto completo en: Piotr Stanisławczyk OFMConv, Wy dajcie im jeść!, „Pastores”, 2023, n. 2 (99), p. 49-57.
[4] Cf. Zdzisław Kijas OFMConv, Reguła i życie. Czego dziś uczy św. Franciszek, Kraków 2022, p. 94-95.