8. La situación en tierras no cristianas
La actividad misionera “ad gentes” era fuertemente deseada por la Iglesia, incluso antes de la época de San Francisco; uno de sus fuertes propagadores fue San Gregorio Magno. Gracias a sus esfuerzos, algunos benedictinos estuvieron activos en muchas regiones de Europa. Así, San Agustín de Canterbury predicó el Evangelio en Inglaterra, San Bonifacio en las tierras habitadas por los pueblos germánicos y San Adalberto en Hungría y Bohemia. A su vez, las posteriores ramas benedictinas contribuyeron a la conversión de Escocia, Irlanda y Escandinavia. No se puede dejar de mencionar la misión de los santos Cirilo y Metodio entre los pueblos eslavos. Como vemos, el “espíritu misionero” no era del todo ajeno a principios del siglo XII, por tanto, antes de la aparición de San Francisco. Sin embargo, los motivos de la acción evangelizadora eran diferentes. Algunos estaban convencidos de que antes del fin del mundo era necesario contribuir a la conversión de todos los pueblos, mientras que otros deseaban ser perfectamente obedientes al mandato de Cristo de predicar el Evangelio.
La actividad de la Iglesia también se expresó en la lucha armada debido a la guerra santa contra el islam. El intento de evangelizar a los musulmanes comenzó relativamente tarde. Anteriormente, las medidas de evangelización de la Iglesia se dirigían principalmente a los pueblos de Europa. En aquella época, los musulmanes eran considerados adversarios del cristianismo. Un ejemplo es la situación de la Península Ibérica, que fue ocupada en gran parte por los árabes. Se pensó más en derrotarlos y destruirlos que en evangelizarlos. Sólo en el siglo XIII se empezó a pensar seriamente en la conversión de estos pueblos a la fe cristiana. Los Papas Gregorio IX e Inocencio IV enviaron varias bulas por mediación de las órdenes mendicantes, con la esperanza de atraer a los mahometanos a la Iglesia.
En la época de San Francisco, las costas del norte de África estaban dominadas por los árabes. Sin embargo, hay una notable excepción, que tuvo lugar en Marruecos. El sultán local, tras perder la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, permitió a los cristianos un poco más de libertad, especialmente frente a los soldados españoles. Consintió la construcción de iglesias e incluso el bautismo de marroquíes. Sin embargo, parece que esta situación no pudo durar mucho, porque el martirio de los primeros misioneros franciscanos tuvo lugar precisamente en Marruecos en 1220. En otros países, donde el dominio musulmán era fuerte, como Egipto, Palestina y España, la pena de muerte disuadía de abrazar la nueva religión, y también se aplicaba a los misioneros que intentaban convertir a otros al cristianismo.
En cuanto a la situación en Tierra Santa, era bastante incómoda para los cristianos, porque esos territorios también estaban bajo dominio islámico. Las armas que se utilizaron en esa época fueron las cruzadas. El momento decisivo que provocó la lucha de los cristianos contra los musulmanes fue la ocupación de Jerusalén en 1187. Impedir las peregrinaciones a Tierra Santa se convirtió en el motivo predominante para atacar y recuperar los lugares santos. Las peticiones para participar en las cruzadas se hacían tanto de palabra como por escrito, e incluso se intentaba estimular la imaginación mostrando a Jesús todo ensangrentado, dejando claro que era el propio Mahoma quien había contribuido a su sufrimiento y muerte. Incluso las órdenes de caballería, que antes ayudaban a la gente, especialmente a los enfermos o a los que se dirigían hacia Jerusalén, se incorporaron a los ejércitos cruzados. También hay que recordar que ir a Tierra Santa para liberarle, en caso de morir, aseguraba la salvación. De hecho, el martirio sufrido durante la cruzada se consideraba un camino seguro hacia el cielo.
Fue en esta época que apareció San Francisco con su deseo de predicar el Evangelio en tierras no cristianas.
Fray Dariusz MAZUREK, Delegado general para la animación misionera.
Basado en:
GEMELLI A., Franciszkanizm, Warszawa 1988.
MANSELLI R., Francisco de Asís entre conversión del mundo cristiano y conversión del mundo islámico. ¿Una relación atípica?, w: Para mejor conocer a san Francisco de Asís, Oñate (Guipúzcoa) 1997.
MICÓ J., La evangelización entre los infieles, SelFr 63 (1992) 239-352.
ROCHA M., San Francisco. El profeta de Asís, SelFr 16 (1977) 19-27.
SANTOS HERNÁNDEZ A., Las misiones católicas, w: Historia de la Iglesia, vol. XXIX, Valencia 1978.
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