En un mundo que parece alejarse de los valores evangélicos, un hombre del siglo XIII llamado Francisco nos trae dos modos que nos ayudarán a dar a conocer la Buena Noticia de Jesucristo. En el cap. XVI de la Regla no bulada escribe:

Y los hermanos que van, pueden conducirse espiritualmente entre ellos de dos modos. Un modo consiste en que no entablen litigios ni contiendas, sino que estén sometidos a toda humana creatura por Dios y confiesen que son cristianos. El otro modo consiste en que, cuando vean que agrada al Señor, anuncien la palabra de Dios, para que crean en Dios omnipotente, Padre e Hijo y Espíritu Santo…[1]

En el primer modo, Francisco nos invita a presentarnos como embajadores de Paz, como corderos ante aquellos que no profesan nuestra misma fe. Ciertamente, la fe nos mueve a salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro y así comunicarla. San Francisco nos invita a comunicar la Buena Noticia del Evangelio sin encarar cruzadas, sino “sometidos a toda humana creatura por Dios”, sin ocultar que somos cristianos. Hoy, luego de 800 años, el Pobre de Asís nos invita a un encuentro de paz con los otros, pues es por medio de la paz y la humildad que se conquistan las mentes y los corazones.

Dice el Papa Francisco:

…La fe es social, es para todos: “Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación”. Y esto no significa hacer proselitismo, como si yo fuera un equipo de fútbol que hace proselitismo o fuese una sociedad de beneficencia. No, la fe es “nada de proselitismo”. Es hacer ver la revelación, para que el Espíritu Santo pueda actuar en la gente mediante el testimonio: como testigo, con el servicio. El servicio es un modo de vivir: si digo que soy cristiano y vivo como un pagano, ¡no vale! Esto no convence a nadie. Si digo que soy cristiano y vivo como tal, eso atrae. Es el testimonio…[2]

El segundo modo propuesto por el Santo requiere madurez espiritual de parte del discípulo misionero, pues debe discernir “cuándo es agradable al Señor” el anuncio de la palabra. El cuándo y el cómo es muy importante a la hora de pensar nuestra misión, nuestro anuncio, nuestro “compartir la fe”.
¿Cómo nos relacionamos con aquellos que no creen? ¿Qué testimonio de fe estamos dando al mundo de hoy? ¿Luego de 800 años, nuestro espíritu misionero sigue ardiendo con ese fuego que nos impulsa fuera de nosotros mismos para dar a conocer la Buena Noticia del Evangelio o hemos apagado la llama quedándonos encerrados y cómodos en nuestras zonas de confort?

Hasta la próxima reflexión mí querido lector.

Fray Elio J. ROJAS.


[1] Rnb XVI,5-7
[2] Cfr. Homilía del Santo Padre Francisco del 25 de abril de 2020 en la capilla de la Casa Santa Marta, https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2020/documents/papa-francesco-cotidie_20200425_testimoniare-lafede-conlavita.html.