En varias ocasiones el Papa Francisco ha hablado sobre el mal de la lengua: el chisme, y lo ha definido, por ejemplo, como un acto “terrorista”: “No hago el terrorista, porque los chismes son terrorismo. Chismorrear es como tirar una bomba: destruyo al otro y me voy tranquilo. Por favor, nada de chismes, son la polilla que se come el tejido de la Iglesia, de la Iglesia diocesana, de la unidad de todos nosotros”[1] En otra ocasión también dijo: “El chisme destruye lo que hace Dios”[2] y a los sacerdotes les dice: “lo que más destruye la fraternidad sacerdotal son los chismes…”[3] “¿Quieres una parroquia perfecta? Nada de chismes”[4]
En muchas ocasiones el Pontífice hace referencia a este tema aparentemente muy actual, y digo aparentemente porque ya Francisco de Asís, hacía alusión a esta dificultad de dominar la lengua[5]. El problema es, que dicho argumento, era – y también lo es hoy – de tal gravedad, a tal punto de tener que ser plasmado en una Regla religiosa; escribe el Pobre de Asís en el capítulo XI de la Rnb:

Y todos los hermanos guárdense de calumniar… No murmuren, no denigren a otros, porque escrito está: Los murmuradores y los detractores son odiosos a Dios (cfr. Rom 1,29) … No juzguen, no condenen…

Lamentablemente, y a pesar de que sea escandaloso, debemos admitir que en muchas de nuestras fraternidades nos encontramos con hermanos y hermanas que, a causa del vacío espiritual y por tener demasiado tiempo libre, se gozan buscando un alimento que en realidad no los sacia, una droga que les hace olvidar el vacío y la frustración que cargan, un alimento que los desfigura y que desfigura también el rostro de los hermanos: el chisme.

Escribe san Francisco en una de sus Admoniciones:

Bienaventurado el siervo que ama y respeta tanto a su hermano cuando está lejos de él, como cuando está con él, y no dice nada detrás de él, que no pueda decir con caridad delante de él[6].

¿Cómo vivimos nuestras relaciones fraternas? ¿Somos de aquellos que prefieren hablar a las espaldas o somos valientes y honestos a tal punto de ser transparentes ante nuestros hermanos, aunque corramos el riesgo de entrar en conflicto con ellos? Me pregunto: ¿acaso no es más sano afrontar una situación con los pantalones bien puestos que victimizarnos o difamar o clavar puñales por la espalda?
800 años después, el Pobre de Asís nos vuelve a recordar que la fraternidad sólo puede construirse y sostenerse en la confianza, la transparencia, la honestidad y la prudencia; de lo contario, se convierte en un ambiente tóxico, en un nido de víboras.

Hasta el próximo artículo.

Fray Elio J. ROJAS


[1] DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA INTERNACIONAL DE LA CONFEDERACIÓN UNIÓN APOSTÓLICA DEL CLERO. Sala del Consistorio. Jueves, 16 de noviembre de 2017.
[2] PAPA FRANCISCO, Audiencia General. Plaza de San Pedro. Miércoles, 6 de junio de 2018.
[3] ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LA COMUNIDAD DEL PONTIFICIO COLEGIO PÍO-BRASILEÑO DE ROMA. Sala del Consistorio. Sábado, 21 de octubre de 2017.
[4] VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA DE «SANTA MARIA A SETTEVILLE» HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO. Domingo 15 de enero de 2017.
[5] Cfr. Sant 3.
[6] Adm, XXV.