Hoy en día, la palabra “seguir” parece estar de moda, sobre todo en el ámbito juvenil a través de las redes sociales. Los “influencers” insisten en que se los “sigan”, que compartan sus publicaciones y que se subscriban a sus canales, sobre todo en plataformas como Instagram o YouTube.

“¡Ven y sígueme!” dice Jesús en el Evangelio[1], y Francisco, en la Rnb[2] (Regla no bulada), nos invita a seguir su doctrina y huellas.
Uno sigue a alguien cuando éste genera un interés, cuando éste tiene una propuesta interesante, cuando sus palabras, gestos, acciones y vida tocan nuestro corazón y nuestra mente. Seguir a alguien es ponerse en camino, es elegir una senda y no otra, es comprometerse; no es dar un simple “me gusta” y pasar a otra cosa. Seguir significa jugarse la vida por alguien que tiene un nombre concreto. En este caso, tanto para ti como para san Francisco, ese nombre concreto es Jesús.

Escribe el Pobre de Asís, en una de las Admoniciones:

Contemplemos, hermanos todos, al buen Pastor, que sufrió la pasión de la cruz para salvar a sus ovejas. Las ovejas del Señor le siguieron en la tribulación y en la persecución y en la humillación, en el hambre y en la sed, en la debilidad y en la tentación, y en todo lo demás. Y como premio por ello, recibieron del Señor la vida eterna. Por tanto, vergüenza nos debiera dar a nosotros, siervos de Dios, que los santos hayan realizado las obras buenas y que nosotros, con sólo divulgarlas y predicarlas, queramos a su costa recibir honor y gloria.[3]

Francisco se encuentra con una persona, con Jesucristo, al cual -a ejemplo suyo- nos invita a seguir. Seguimos al Cordero de Dios[4] en una espiritualidad concreta: el franciscanismo. Pero, ¿cómo seguir a Cristo en una espiritualidad que creemos conocer, pero que en realidad pocas veces abordamos? Nos quedamos con lo poco que hemos aprendido a lo largo de los años y creemos que el franciscanismo sea esas pocas pinceladas de colores primarios que nos han dado, y que a su vez hemos dado, durante nuestra formación inicial.
Seguir a Cristo en la espiritualidad franciscana implica un continuo caminar. Quien camina no se detiene; quien camina se renueva, cae y se levanta; quien camina conoce, abra su mente y su corazón; quien camina se hace visible; quien camina encuentra un estilo, y nuestro estilo es el franciscano. ¿Lo conoces realmente o más bien crees conocerlo? ¿Cómo estamos siguiendo a Jesús en la espiritualidad franciscana ahí en nuestros contextos? La Rnb llega a nosotros, luego de 800 años, para preguntarnos: ¿a quién estamos siguiendo? ¿Dentro de cuál espiritualidad lo estamos haciendo?
Por este motivo, en el capítulo primero de dicho documento, Francisco nos propone un seguimiento: el seguimiento de una persona concreta; seguimiento que se hace en obediencia, castidad y desapropio; seguimiento que se hace junto con otros, a los cuales llamamos hermanos.

Fray Elio J. ROJAS


[1] Cfr. Lc 9,57-62; Jn 1,35-47; Mt 4,18-22.
[2] Cfr. Rnb I, 1; XXII, 2.
[3] Adm VI
[4] Cfr. Jn 1,35-37.