El no comprender lo que significa “ser menores” atenta contra el equilibrio de la fraternidad, sobre todo en la relación que se puede establecer con los superiores. Cualquier superior (provincial, guardián, formador) o cualquier servicio (definidor, ecónomo, párroco) prestado dentro de la fraternidad, si no es asumido en clave minorita puede convertirse en un ámbito de poder, y esto lo sabía muy bien el Pobre de Asís.
El capítulo VI de la Regla no bulada (Rnb) es la síntesis perfecta de todo lo que hemos estado reflexionando a lo largo de los artículos anteriores:
Los hermanos, en cualquier lugar que estén, si no pueden observar nuestra vida, recurran cuanto antes puedan a su ministro y manifiéstenselo. Y el ministro aplíquese a proveerles tal como él mismo querría que se hiciese con él, si estuviera en un caso semejante. Y ninguno se llame prior, sino todos sin excepción llámense hermanos menores. Y el uno lave los pies del otro.[1]
Una vez más, Francisco nos da una clave para una sana relación entre hermanos: “Y el ministro aplíquese a proveerles tal como él mismo querría que se hiciese con él, si estuviera en un caso semejante” y luego, con sutil inteligencia, coloca en pocas palabras el modelo que todo hermano menor debe asumir a la hora de vivir la fraternidad: “Y el uno lave los pies del otro”. Nuevamente, es el Evangelio la Regla y Vida de los hermanos menores[2]; es el Evangelio el que nos indica cómo hemos de vivir, es el mismo Cristo que nos dice: “No he venido a ser servido sino a servir” (Mt 20,28). Ciertamente, no hemos de servir como esclavos, sin dignidad o libertad, sino como iguales, como hermanos: “…Y ninguno se llame prior, sino todos sin excepción llámense hermanos menores”[3].
La única autoridad que los hermanos menores deben seguir es la voluntad de Dios, pues, sea el servicio que sea, cada uno al hacerse obediente a la voz del Señor, entra en la dinámica minorita de renuncia a todo egocentrismo y búsqueda de vanagloria, sometiéndose de tal forma al discernimiento fraterno. El no comprender que somos simples instrumentos dentro de un gran engranaje, que es la vida fraterna en minoridad, nos puede llevar a graves problemas a largo o corto plazo, dentro y fuera del ámbito fraterno.
Ahora bien, cabe preguntarnos: ¿Cómo vivir esto en nuestro contexto, dentro de una cultura concreta, o en mi jurisdicción?
Ciertamente, la respuesta la debes dar tú, de forma individual como opción de vida, y de forma fraterna como respuesta comunitaria a una realidad concreta, respondiendo al mandato de Francisco que dice: “sean hermanos menores”.
…Y ninguno se llame prior, sino todos sin excepción llámense hermanos menores. Y el uno lave los pies del otro (Rnb VI, 4).
Fray Elio J. ROJAS
[1] Rnb VI
[2] Cf. Rnb I,1
[3] Aconsejamos leer la Encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco, para actualizar el mensaje propuesto por el Santo de Asís.